Diario de León

golf. Adiós al mejor golfista español de la historia

El golf llora a su leyenda

Severiano Ballesteros, el campeón que deslumbró al mundo en los años ochenta, muere en su casa de Pedreña con sólo 54 años, tras una larga y ejemplar batalla contra dos tumores cerebrales

El golfista español Severiano Ballesteros, durante su participación en el Abierto de Madrid.

El golfista español Severiano Ballesteros, durante su participación en el Abierto de Madrid.

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violeta santiago | pedreña
León

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El deportista que revolucionó el golf, el que le insufló un soplo de aire fresco, el que lo popularizó en España. El jugador más elegante, el que inventó golpes, el que fue reconocido como un señor por sus contrincantes. El que combatía hasta el último minuto. El que sonreía de oreja a oreja -"como el -˜caddie-™ que llevaba dentro-" cuando ganaba. El que mantuvo su carrera deportiva haciendo gala de pasión hasta que la espalda le retiró. Ese hombre se desafió a sí mismo esta semana durante largas horas para seguir viviendo, pero perdió la partida.

Seve dejó de competir el sábado, a los 54 años. Murió en su casa de Pedreña de madrugada, arropado por sus hijos y por el resto de su familia, tras haber peleado con uñas y dientes contra un tumor cerebral. Ahora, Severiano Ballesteros entra en esa categoría de grandes que no se borran de la memoria de sus millones de admiradores de todo el mundo.

«Nunca me voy a rendir», había repetido hasta la saciedad desde que, en el 2008, le descubrieron el tumor cerebral que, finalmente, le venció. A él, un ganador nato. El cáncer se lleva a uno de los más grandes deportistas españoles de todos los tiempos. Una carrera que si rayó en lo épico fue también por la historia de este país, que todavía recién salido del franquismo vio triunfar sin complejos a uno de los suyos a finales de los años 70. Y era un chaval de pueblo, sin posibles, el que alcanzó la gloria en un deporte que hasta entonces parecía de ricos. Los que saben de golf dicen que hay un antes y un después de este hombre que acaba de irse, porque el de Pedreña llevó desparpajo y alegría a los estirados clubs de golf de medio mundo durante todos los 80. «Trajo la pasión y el riesgo», decía del cántabro 'The Times' al poco de su primera gesta -fue el ganador más joven del British Open, con 22 años- en el Reino Unido, cuna de este deporte. Allí, entre los padres del golf, salvó unos hoyos que pusieron las primeras letras para la leyenda, el mito.

Severiano Ballesteros llegó a lo más alto en su profesión y nunca se olvidó de su tierra, a la que volvía por darse el placer de pedir en la barra de un bar una ración de rabas y darse un paseo por la orilla del mar en Somo. En esa que le despedirá con todos los honores falleció, rodeado de aquellos allegados (siempre estuvo muy vinculado a sus tres hermanos, Baldomero, Manuel y Vicente) que fueron el sostén en los más de dos años de enfermedad que tuvo que afrontar.

Los golfistas de España enmudecieron en Cataluña, donde disputaban el Open, un torneo que él ganó tres veces. Hijo de ganadero y ama de casa, Seve pasó todas las estrecheces que uno pueda imaginar en su infancia, algo que él mismo relató en la autobiografía que publicó en el 2008. Y es que Severiano Ballesteros vivió al menos tres vidas: la primera fue la historia del hombre hecho a sí mismo, partiendo de unos primeros años realmente humildes. La segunda fue la historia del hombre público, en la cumbre del éxito, llenando portadas de periódicos, siendo protagonista de los más grandes campeonatos, entrando en una de las familias más poderosas de España por su matrimonio con Carmen Botín, hija del presidente del Banco Santander. La tercera fue la historia del hombre que tuvo que luchar por sí mismo, por seguir en pie.

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