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León

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L a Cultural sigue con vida. Es la mejor noticia para los momentos de zozobra que padece. La venta de la sociedad deportiva por parte de Profutle a Javier Baena sólo es un parche que apunta a reventón si nadie se apresura a meter dinero para evitar el estallido de la liquidación. No con cuentos.

A Profutle le entró el apretón, y algo más, cuando a sus propietarios no les quedaba más remedio que liquidar una sociedad por la que apostaron con la única estrategia de lograr los mismos beneficios que en sus empresas, sobre todo relacionadas con el ladrillo. El despilfarro de los primeros años, con Ignacio Tejera y Santos Llamas a la cabeza, contrasta con las últimas penurias vividas y sufridas por Domingo Cueto y Antonio García de Celis, que ante la posibilidad de tener que pagar de su bolsillo el desaguisado de dos lustros de gestión con manga ancha e ingentes cantidades de dinero dipalidados en fichajes de directores generales, entrenadores, futbolistas y demás parásitos, entregaron con lazo incluido el club a Javier Baena.

Pese a que alguno de los más avezados directivos pronosticó jugar la Copa de la Uefa (actual Liga Europa) en sólo cuatro años, la Cultural agoniza de pena económica por la incapacidad de los que la han maldirigido en la última década.

La Cultural tiene casi un siglo de vida. Es un club que para los leoneses es una seña de identidad como la Catedral. Un sentimiento que jugó entre los grandes del fútbol español durante una temporada. César, Vallejo, Marianín, Villafañe, Félix, Ovalle... agrandaron su leyenda y la de León para vivir en lenta agonía. Porque agonía es estar como está. Pendientes de pagar al cuerpo técnico, a la Seguridad Social, a Hacienda o a los que con sudor defendieron a León por los campos de España. Una simple denuncia de algún acreedor la mandaría al cementerio.