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QUÉ FUE DE... Cornelius Allen «Corny» Thompson. Ex Jugador de Baloncesto León

Un grande que hizo historia

Durante dos temporadas lució en León su clase deportiva y humana. Defendió la camiseta de Baloncesto León durante dos temporadas, pero a los ojos de la afición se convirtieron en muchas más. Su talento y personalidad le convirtieron en un ídolo como ya lo había sido en el Juventut. En el Palacio vivió su última etapa como deportista.

León

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Dos temporadas defendiendo colores de Baloncesto León fueron suficientes para ‘meterse’ a la afición en el bolsillo. Así era Corny Thompson, un jugador de talento que pese a su físico aparentemente fornido desplegaba sobre la pista una versatilidad que le convertía en un arma letal ante la canasta rival. Así era este excelso jugador, considerado como uno de los cien mejores baloncestistas que han pisado las canchas europeas.

Precisamente en León Corny ‘el abuelo’ decidía colgar las botas tras completar tres lustros en la élite, incluyendo su etapa en la NBA en la que no tuvo demasiada fortuna enrolado en las filas de los Dallas Mavericks. Elegido en tercera ronda del draft por la franquicia texana en 1982, una grave lesión de rodilla le dejaba fuera de la mejor liga del mundo. Pero Corny era tozudo. Sabía que los consejos que le había dado su mentor en el baloncesto, Tom Labella, no podían quedar en saco roto. Por eso decidía probar en la CBA.

Para este pívot de Connecticut que aún mantiene en dicha universidad un puñado de récords fue la mejor decisión posible. De ahí daba el salto a Europa. Italia fue su primer destino ‘cautivando’ a la afición del Varese. La misma pasión desataba en Badalona a la que llegaba junto a otro jugador con el que posteriormente viajaría a su último destino en el baloncesto profesional, Harold Pressley. En el Joventut fue santo y seña logrando con un triple en la final de la Copa de Europa, el mejor éxito para la Penya. En el verano de 1994 llegaba a León. Y las ilusiones que despertó su fichaje fueron cumpliéndose una tras otra. Con Thompson el equipo ganaba en talento ofensivo, tanto desde la pintura como en la media distancia. Porque Corny era también un consumado especialista ante el aro. Junto a su inseparable amigo Pressley con el que sólo pudo coincidir con la elástica leonesa una temporada tras la lesión de este último, Lasa e incluso en el segundo año con otro grande como Reggie Johnson, el pívot norteamericano protagionizaba una de las etapas más gloriosas de Baloncesto León en la élite.

Con los 30 años ya superados aún era capaz de fajarse con acierto ante rivales más jóvenes. El ‘maestro’ no se dejaba intimidar por el rival. Y eso le granjeó el cariño de una grada que durante dos años vibró con su juego en el Palacio de Deportes. Excelente defensor y consumado reboteador, a pesar de sus 2,02 metros de altura, la inteligencia de Corny le permitía hacerse con el dominio en la zona donde su corpulencia le reportaba innumerables beneficios.

A la faceta de gran jugador, sin duda uno de los mejores que han defendido la elástica leonesa en los más de 30 años de historia de la entidad, se unía también la de gran persona. Su corpulencia le reportaba a primera vista la consideración de bonachón, que también en las distancias cortas aplicaba. Apasionado del dulce y en especial del chocolate, no era de extrañar que alguna vez acudiera al club con un regalo para sus empleados. Sus tazas con chocolate hecho al gusto de Corny fueron sin duda una seña de identidad de este pívot de Middletown que tantas noches de gloria reportó a León. Extrovertido y siempre con la sonrisa en la cara, nunca se le cayeron los anillos por jugar en un club como el leonés que por aquel entonces, aunque con fuerza, transitaba como novato por la mejor liga español.

Fueron dos años intensos que tocaban a su fin en junio de 1996 cuando decidía decir adiós a su faceta como jugador. Como un señor se despedía de su última casa en el baloncesto, un Palacio de Deportes que aún recuerda aquel mes de mayo cuando las lágrimas recorrieron las mejillas de Thompson y la de los miles de aficionados que descubrieron a todo un mito. Tampoco él se olvida de una afición y un club en el que se sintió como en su segunda casa. A pesar de los miles de kilómetros de distancia aún echa cada poco un vistazo para ver como va su León. Internet es hoy por hoy el cauce para seguir unido a un club que lleva en su corazón.

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