Diario de León

BALONCESTO. LIGA LEB-ORO

León hace añicos al Menorca (94-79)

Veinte últimos minutos pletóricos y el festival ofensivo de Quezada y Durley desquician a un rival que acaba exhausto.

Durley, determinante ayer, ensaya el disparo a canasta ante la oposición de Morentín.

Durley, determinante ayer, ensaya el disparo a canasta ante la oposición de Morentín.

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Baloncesto León pasó como un rodillo por encima del Menorca (94-79). Y eso que los locales no empezaron bien el pulso pero, tras dos cuartos de incertidumbre, los de De Grado actuaron como una orquesta en la que todos los instrumentos sonaron armónicos. Su ‘concierto’ de baloncesto acabó en 20 minutos excelsos con un rival que al final pedía la hora, exhausto de tan severo correctivo.

Acierto en ataque y consistencia en defensa. Con esa fórmula planteaba León su envite frente al Menorca dispuesto a consumar su tercer triunfo de la temporada. Los primeros minutos del choque iban a decir otra cosa, en parte por el ritmo vertiginoso que se encargó de imprimir el quinteto balear. Los de Chema Berrocal no estaban dispuestos a sufrir los descalabros de otros gallos en el Palacio como Melilla y Granada. No querían sustos y desde el salto inicial se encargaron de demostrarlo.

En apenas un par de minutos el marcador reflejaba un tanteador adverso a León (2-6) que Durley, inmenso ante el aro rival, se encargaba de enjugar. Diez puntos del pívot norteamericano llevaban a los locales a adquirir su primera ventaja (10-8). Pero JT no encontró compañero de viaje e la hora de anotar y eso lo aprovechó el Menorca encomendándose a la buena mano desde el perímetro de Navarro (12 puntos en los primeros 10 minutos). Un parcial de 2-10 abría una ligera brecha para los insulares. Su dominio en el rebote y una mejor selección de tiro habían fraguado ese margen que llegó incluso a los 10 puntos (16-26). León pagaba demasiado caro la escasa producción de jugadores como Quezada, Mortellaro y Lucho. En ese instante los 16 puntos de los locales tenían una única firma, Durley.

Pero los de De Grado no querían ceder más terreno. Había que intensificar la defensa, evitar lanzamientos claros de los baleares y empezar a mirar con mayor decisión el aro. Pero eso debía quedar para el siguiente cuarto (18-29). Ni el 18-31 que establecía Navarro iba a imposibilitar su cometido. A Quezada se le empezaba a calentar la mano y Mortellaro lograba deshacerse de la defensa de Arteaga. Con esa tesitura no era de extrañar que el electrónico empezara a comprimir los dígitos de unos respecto a otros. De los diez puntos (30-40) a falta de cinco minutos para el descanso León pasaba a contar con una desventaja de cinco (37-42) que se situaba en el sólo cuatro con el 39-43 tras 20 minutos de altibajos pero con un plantel local que a pesar de no estar tan entonado como en otros envites mostraba garra. Y eso en el deporte también sirva para superar las adversidades.

Esa distancia en el baloncesto no es nada si se sabe jugar las cartas. León estaba dispuesto a hacerlo como mejor sabe. Arropado por la grada y a pesar de la tercera falta señalada a Durley la máquina local empezaba a funcionar igual de precisa que la menorquina. Incluso la gasolina daba para más. El partido tenía así otra cara más favorable para los locales que pasaban a librar una batalla encarnizada con el intercambio de canastas. Con el 47-48 León disponía de balón para adelantarse por segunda vez en el partido. Pero los baleares se resistían a ceder el mando y con dos canastas consecutivas resistían como podían 47-52. Pero la dinámica ya no era la misma que en el primer cuarto. Existían un buen número de razones pero dos de ellas sobresalían sobre las demás: la aportación de más jugadores a la hora de anotar (Durley, Quezada, Mortellaro, Múgica y Lucho) y la defensa que disminuía cada vez más la eficacia de un rival en el que sólo Navarro y Otegui parecían salir airosos de sus marcadores. Punto arriba, punto abajo, cada jugada se peleaba como si fuera la última. Y ahí el corazón de León latía con mayores pulsaciones que los del Menorca. Quezada, a casi cuatro minutos para cerrar la tercera entrega, situaba el 56-56. El último suspiro de los visitantes les permitía un 56-62 que a esas alturas del envite y tal y como se estaban mostrando unos y otros no decía demasiado. Quizás el último intento de un condenado que se resistía a morir. Con 61-65 se empezaban los últimos diez minutos. Eso sí, León en dinámica positiva y el Menorca cuesta abajo.

En ese último cuarto los locales iban a pasar como un rodillo por encima de su oponente. Jugada a jugada la desventaja pasaba a convertirse en dígitos a favor. El parcial de 11-0 con Quezada y Durley como protagonistas lo decía todo (72-65). Los menorquines empezaban a deambular por la pista. León a volar como el Ave Fénix. Pletórico de moral y excelso en el juego la guinda del pastel la ponía con un rotundo 94-79. Ganó el baloncesto, ganó León.

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