Misión imposible...

Adelantar -una de esas misiones-; la otra, que Fernando Alonso se saque la amarga espina de 2010, cuando una equívoca estrategia de La Scuderia acabó por condenarlo al ostracismo de lo que podría haber sido su tercera corona mundial.

Ya se sabe: creí que, pensé que… son parientes de Bobeque o, si lo prefieren: lo pasado… pasado ; así que, borrón -menudo borrón- y cuenta nueva con el escenario de Yas Marina como telón de fondo en una temporada -esta, a la que sólo le faltan dos carreras- insultantemente dominada por el equipo Red Bull.

Un trazado, el de Abu Dhabi, feudo del más precoz de los laureados mundialistas (Vettel ha ganado las dos carreras disputadas hasta la fecha, proclamándose allí como campeón más joven de la historia) donde los pilotos salen de día… y acaban de noche bajo la ajedrezada. Puede que la visibilidad no sea tan perfecta como en Singapur, pero tampoco es que los pilotos vayan precisamente «a tientas». Mientras las elevadas temperaturas acabarán por convertirse en el principal problema para hombres y máquinas; todo un quebradero de cabeza para los ingenieros a la hora de poner a punto los monoplazas.

Nueve a derechas, doce a izquierdas -curvas, claro-, en sentido contrario a las agujas del reloj, para cinco kilómetros y medio de desarrollo (305,4 kilómetros totales cuando se cubran los 55 giros a los que se pacta la carrera) a 320 por hora de punta y a 195 por hora de media.

«Sólo» datos; la realidad, se supone, vendrá dada porque el de Yas Marina es uno de esos trazados en los que los adelantamientos adquieren tintes epopéyicos por falta de curvas exigentes que pongan a prueba la calidad de los pilotos cuando se comenten errores o, lo que es lo mismo, Yas Marina «permite» tanto, que es casi imposible cometerlos -errores, digo- habida cuenta las amplísimas escapatorias a disposición de los pilotos. Hombre, una cosa es la seguridad, que nadie cuestiona, ¡faltaba más!, y otra es que se corra en una superficie tan amplia… como el desierto. Bueno, es que se corre… en el desierto. Eso sí, habrá -tendrán los pilotos- que poner atención en el primer sector del trazado, con las enlazadas 2 y 3 (sobre todo la 3) muy cerrada y en la que es fácil salirse de la trayectoria.

Y el toque exótico: la salida del pit lane por un túnel que cruza la pista por debajo; ninguna dificultad, sólo exotismo

En fin, que el flamante campeón del mundo «ya» en título, Sebastian Vettel, llega imbatido a Yas Marina, penúltima cita del Mundial que recupera, para los espectadores europeos, las tradicionales 14 horas peninsulares de salida. El mayor interés: la honrilla de Ferrari por ganar un Gran Premio de parque temático donde el culto al espíritu de Il Cavallino adquiere tintes «religiosos».