caza
La falta de lluvias propicia la aparición del topillo
La falta de precipitaciones, especialmente de nieve, ha propiciado la recuperación cíclica del topillo campesino. Sin llegar todavía a la categoría de plaga, ya se comienza a apreciar una relativa abundancia en los campos de la meseta. Se calcula que, cada cinco o seis años, se produce una explosión en las poblaciones de este pequeño animal, muy dañino para la agricultura.
Si ello es cierto estaríamos en el comienzo del ciclo ya que la última plaga, cuyo control desafortunado produjo tan nefastos resultados para las poblaciones cinegéticas, tuvo lugar en la primavera del 2007.
Según los expertos la situación actual podría empeorar si a un invierno seco le sucede una primavera húmeda con abundancia de pastos que asegure una alimentación adecuada para el topillo y sus proles.
Una nevada persistente, por el contrario, reduciría los riesgos al colocar a la especie ante dificultades para alimentarse y facilitar también la depredación.
En la primavera de 2007 la Junta de Castilla y León no solo permitió, sino que facilitó el uso de granos envenenados para combatir la plaga de topillos. Ello supuso que especies granívoras como las palomas, liebres y especialmente perdices en plena anidación, consumieran el veneno.
En un principio estaba previsto enterrar el grano en pequeños tubos para que las especies mencionadas no tuviesen acceso a él, pero lo cierto fue que se utilizaron incluso esparcidoras para distribuir por los campos y a granel el grano letal. Las consecuencias fueron catastróficas, pero nadie asumió las responsabilidades.
Esperemos que haya servido de lección para el futuro. En todo caso conviene recordar que rapaces como el milano o la lechuza son grandes consumidores de topillos. Facilitar el anidamiento y protección de estas aves servirá para controlar las poblaciones del topillo.