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COPA DEL REY

Adiós a un sueño (6-2)

El Athletic acaba con el heroico Mirandés y jugará la final. Muniain, Susaeta y Aurtenetxe cerraron el pase en 20 minutos. Dobletes de Aitor Blanco y Llorente.

Los jugadores del Mirandés agradecen el apoyo de su afición tras quedar eliminados.

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ramón orosa | bilbao
León

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Fiesta grande en Bilbao, que ya prepara la gran caravana a Madrid. Su Athletic del alma no dio opciones al Mirandés (6-2), accede a su segunda final de Copa en tres años y espera rival en busca de su 24º título en su competición fetiche.

Bielsa mide sus sosegadas palabras y no regala frases para la galería. Cumple lo que dice. Sus ideas son dogmas, principios irrenunciables. Desde que supo que le caía en suerte el Mirandés, dejó claro que se tomaba el duelo como un enfrentamiento contra el mismísimo Real Madrid en el Bernabéu. No era una de sus ‘locuras’ sino la mejor forma de aleccionar a los suyos para evitar peligrosos excesos de confianza, y de respetar al rival. Aunque te ganen fácil y no te dejen opciones de principio a fin, un jugador del Mirandés tiene que sentirse halagado, orgulloso de ver que San Mamés está lleno y que sus ‘leones’ rugen como en las grandes noches.

Carlos Pouso, el nuevo ‘Pousinho’ por obra y gracia de las gestas de su Mirandés en esta Copa, eligió el verde esperanza como color ideal para las camisetas que estrenó su equipo para la ocasión. Y su preparador físico, el que confecciona los vídeos con los que arengan a su tropa, se decantó esta vez por uno de gladiadores. Todos soñaban con poder remontar el 1-2. Y si no, con hacer sufrir algo más a un Athletic en alza y acelerar los corazones de cientos de miles de españoles entregados a su aventura.

Pero el Athletic no estaba por la labor de distraerse. Ni el magnífico resultado obtenido en Anduva, ni el reciente empate liguero del Mirandés ante el Amorebieta, ni tan siquiera su anterior derrota ante la Gimnástica Segoviana, le generaron relajación.

Tras cumplir con la tradición, Pablo Infante, bancario, capitán y jugador mediático coyuntural, salieron los burgaleses con la intención de presionar arriba, de buscar ese golito que creara incertidumbre en los locales. Pero poco tardaron los bilbaínos en adueñarse del balón y comenzar a acariciarlo. Toque, elaboración, movimientos constantes en búsqueda de los espacios y, a diferencia de otros partidos, pegada. En menos de un cuarto de hora, el desenlace del cuento quedó escrito. Munian se aprovechó de una indecisión y no perdonó por bajo. Poco después, Susaeta hizo el segundo. El Athletic jugaba a placer con ese fútbol versátil y moderno que ahora les caracteriza. Aurtenetxe marcó al tercero. Y ahí se acabó. Aitor Blanco, al menos hizo historia.