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fútbol. El amigo de los que imparten justicia en un campo de fútbol

El coleccionista de árbitros

El leonés Javier Arias tiene un museo de silbatos, tarjetas, camisetas y 8.000 fotos de colegiados en su domicilio de Eras.

Javier Arias muestra una parte de su colección de fotos en la que los árbitros son los protagonistas de una sala de su vivienda situada en Eras de Renueva.

León

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Javier Arias (León, 1962) es un apasionado del fútbol. Militó como jugador en activo en clubes leoneses de Tercera División y Regional Preferente. La Cultural Promesas, Coyanza, La Bañeza, CD Ejido y Atlético San Francisco contaron con sus servicios. Tras colgar las botas, comenzó su locura por el mundo arbitral. «Como futbolista siempre me caractericé por tener un gran respeto hacia los colegiados. Me parece una labor muy difícil. Durante mi trayectoria como jugador de fútbol sólo me mostraron dos amarillas», comenta con gesto de satisfacción rodeado de un sinfín de fotografías, camisetas, tarjetas y silbatos en una habitación de su piso de Eras de Renueva, convertida en su particular museo.

«Me hice un entusiasta de los árbitros cuando jugaba al fútbol. Fue cuando conocí a Ruano, Pardo Clérigo, Teógenes, Valdés Sánchez, Muñoz, Montiel, Roberto Arias, y un largo etcétera. Me llamó la atención como cada uno a su manera sabía imponer respeto entre futbolistas en ocasiones muy temperamentales. Siempre ensalcé su trabajo y traté de ayudarles», señala con voz rotunda.

A raíz de conocer a los árbitros comienza a pedir tarjetas, escudos de las territoriales, silbatos y camisetas. Atesora unas 8.000 fotos que le envían periodistas, fotógrafos, los propios colegiados y amigos en general, que hacen que su original hobby crezca con el paso del tiempo. «Me atrae el mundo del arbitraje. Colecciono fotos de colegiados de todos los tiempos. Desde los años sesenta hasta la actualidad. Algunos árbitros de Primera División, como Iturralde González, Del Cerro Grande o Iglesias Villanueva, alucinan cuando ven las imágenes que guardo de los árbitros», argumenta con una amplia sonrisa en su boca.

Javier Arias se vanagloria de dar suerte a los colegiados. «A Carlos del Cerro Grande le dije después de verle pitar que llevaba unos años haciéndolo muy bien en Segunda División y que muy pronto subiría a Primera División. Logró el ascenso a la siguiente temporada», afirma con gesto firme.

«A Ignacio Iglesias Villanueva, el ferrolano que llevaba algunas temporadas en Segunda División y siempre se quedaba a las puertas de ascender, lo conocí el día que arbitraba el partido Ponferradina-Hércules (temporada 2007-08) en El Toralín. Le saludé y al final de esa temporada consiguió el ascenso a la máxima categoría. Si los colegiados se enteran de que soy talismán, seguro que vienen a verme», manifiesta entre risas.

Tiene un recuerdo hacia el leonés Mariano Galindo Rincón, «un árbitro leonés de los años 50-60, al que visité hace algún tiempo y gracias a él conseguí fotos del primer árbitro leonés en Primera División, Blanco Pérez, con quien este amigo de mi padre iba de linier», expone con rostro serio.

También tiene un especial recordatorio hacia el colegiado Iturralde González: «Es mi favorito. Este árbitro cambió mi vida. Gracias a Rafa Guerrero tengo muy buena relación con él. Las conversaciones con Iturralde me han servido para formarme como persona, porque el que quiere aprender se forma todos los días. Su psicología del arbitraje me entusiasma. Lo conocí hace once años y para mí se ha convertido en un ídolo. Vuelvo loca a mi mujer con comentarios de Iturralde», afirma emocionado.

Entre los colegiados de fuera de España, Javier Arias destaca al argentino Horacio Elizondo. «Un árbitro de los pies a la cabeza», asegura sin pestañear.

En algunas ocasiones utiliza internet para contactar con árbitros y árbitras de diferentes lugares del mundo. «Me relaciono a través del correo con Alejandra Trucidos de Uruguay, con quien intercambio escarapelas de los árbitros. También me comunico con la asistente chilena Loreto Andrea Toleza o con la colegiada paraguaya Cinthya Franco», señala con agrado.

Destaca también a algunos árbitros con los que se relaciona casi a diario a través de internet: «El colegiado de Guatemala Jonatam Polanco me informa de cómo está el mundo arbitral en esos países. Le he seguido y cuenta con un gran futuro. Será nombrado FIFA en breve por sus excelentes condiciones. También hablo con Carlos Amarilla, de Paraguay».

«La mejor sorpresa me la llevé el día que recibí las fotos desde Austria de Sandor Puhl, que arbitró en el mundial de 1994 donde Luis Enrique recibió el manotazo de Tassotti y casi pierde la nariz», afirma.

«He mandado fotos a los árbitros protagonistas de las imágenes y se quedan sorprendidos porque no las tienen y nunca antes las habían visto. Me ocurrió con el francés Laurent Duhamel que fue a pitar un encuentro internacional sub-21 a León y le visité en el restaurante donde comió con una foto suya que no había visto nunca. Tuve una animada conversación con él», matiza con gesto de orgullo.

Javier Arias conoce al dedillo la historia del arbitraje. Detalla hechos que muy pocos conocen: «El árbitro inglés Ken Aston dirigió el partido de cuartos Chile-Argentina, del Mundial chileno. Un encuentro que luego se conoció como la ‘Batalla de Santiago’. Se dice que fue uno de los partidos más violentos de la historia del fútbol. El colegiado inglés tuvo que señalar la primera falta a los 12 segundos de juego y a los siete minutos expulsar a Ferrini, que se negó a abandonar el campo. 66.000 aficionados chilenos tuvieron un comportamiento hostil contra los jugadores italianos, lo que provocó que Aston perdonara las rudas entradas de los de casa. Dos expulsados y juego brusco, con victoria final para los de casa por 2-0».

A continuación detalla: «Al árbitro inglés este partido le sirvió de lección, porque cuatro años más tarde en el Mundial de Inglaterra, con motivo del encuentro Inglaterra-Argentina y con el alemán Rudolph Kreitlein como juez del choque, tuvo que bajar al césped, en su condición de presidente de la comisión FIFA de los árbitros, para que el jugador argentino Rattin abandonara el campo tras ser expulsado de manera verbal por el colegiado germano. La expulsión de un jugador era de palabra y Rattin no estaba por la labor de irse. Con el partido finalizado entre la polémica, la confusión y el lío y con Ken Aston de camino a casa por la Avenida Kensington, se dio cuenta al ver un semáforo del código para sancionar en el campo a un jugador. Creó entonces la idea de las tarjetas amarilla y roja para castigar las acciones extradeportivas en un campo de fútbol».

Javier Arias trabaja en Cistierna como administrativo en una oficina del Inem. A su vez, entrena al equipo infantil del Centro Don Bosco y en ocasiones pita como colaborador del Colegio de Árbitros de León. También ayuda en la educación deportiva de los inmigrantes que llegan a la ciudad a través de León Acoge. Un hombre cautivado por el deporte y por el arbitraje.

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