La cámara secreta del campeón

Sergio Sánchez tiene entre ceja y ceja competir en los Juegos. Y también hacerlo pujando por el metal más preciado, el oro. Por ello el gordonés no escatima en esfuerzos para no sólo ganarse el billete olímpico, también para conseguir la puesta a punto óptima con la que demostrar que, a día de hoy, es el atleta blanco más cualificado para plantar cara y ganar a los africanos que desde hace décadas ejercen un dominio casi absoluto en las pruebas de fondo.

Para ello el doble plusmarquista continental (2.000 y 3.000 metros) ha vuelto a echar mano de una cámara hipobárica. Lo hizo hace un par de años y en el 2011 también probó las ventajas de ‘vivir’ durante unas horas al día a casi 3.000 metros. Desde hace tres días el gordonés ha vuelto a convertir este pequeños recinto de apenas dos metros y medio de ancho y dos de alto en su hábitat cotidiano. Pasa casi 17 horas al día y los hará durante seis semanas, justo para llegar a mediados de mayo en plenas condiciones. «Llevo tres días y ya estoy notando los efectos de la cámara. Eso sí, más de mes y medio no tendría razón de ser ya que después de ese tiempo las ventajas en el organismo en materia de oxigenación no aportarían nada más».

A 3.000 metros

«En León estamos a unos 800 metros, altitud que no es la idónea para atletas como yo que tienen en las pruebas de fondo su escenario». Sergio Sánchez lo tiene claro y por eso ha recurrido a la cámara hipobárica. «En ella las condiciones que se generan es como si estuviera a 2.500-3.000 metros, igual que los atletas africanos. Y eso me puede ayudar a mejorar de manera ostensible no sólo en mi resistencia, también en los tiempos a lo que puedo llegar», precisa Sergio.

Esas ventajas pueden llegar a los diez segundos en una distancia como los 5.000 metros en la que el subcampeón del mundo de 3.000 en Doha tiene depositadas todas sus esperanzas. «En el 5.000 es donde estoy centrando todos mis esfuerzos. Sé que por marcas puedo tener un sitio en la selección española pero para ello debes estar perfecto cuando llegue la hora de la verdad», apunta.

La decisión de recuperar la habitación hipobárica ara su preparación tiene su origen precisamente en la analítica a la que el gordonés se sometía hace unas fechas. «No dio los resultados que esperaba. Apareció un nivel bajo de hematocrito y tocaba mejorarlo». Dicho y hecho, el domingo Sergio montaba de nuevo en su casa la cámara. Es la tercera que tiene y tal vez la más sofisticada.

«No es una habitación entera pero sus más de dos metros y medio de ancho me sirven perfectamente». Su coste de 12.000 euros sufragado por el atleta está bien empleado para el.

«Los beneficios no se han hecho esperar. Primero porque ha subido de manera clara el hematocrito. Con la cámara te encuentras con un déficit de oxígeno bajando la presión de 21 a 14. Es como si estuvieras entrenando a gran altitud con lo que ganas en resistencia. Cuando batí los récords de Europa me fue muy bien y luego en el Mundial. Por eso ahora espero que con su ayuda alcance los objetivos: estar en los Juegos y optar al podio».