Diario de León

tour de francia LA GRANDE BOUCLE BUSCA NUEVO DUEÑO

Lieja abre la puja por el amarillo

La crono de 6,4 kilómetros decide el primer líder. Cancellara es el rival a batir con Wiggins, candidato al triunfo final, Zabriskie y Luis León como alternativas.

Evans (i) se entrenó ayer con el resto de compañeros del BMC en la víspera del inicio del Tour.

Evans (i) se entrenó ayer con el resto de compañeros del BMC en la víspera del inicio del Tour.

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B. Urraburu | Lieja
León

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El Tour, la prueba ciclista con más pedigrí del calendario mundial, inicia hoy su andadura en Lieja con un prólogo de 6,4 kilómetros con el mismo recorrido en el que ganó Fabián Cancellara en 2004. Ocho años después, vuelve a ser el gran favorito.

Este año no le han salido nada bien las cosas. Se rompió la clavícula en la Vuelta a Flandes. Junto a él hay una buena nómina de nombres que quieren brillar, como Wiggins, Millar, Martin, Zabriskie, Brajkovic, Luis León, Leipheimer o Rogers. Samuel Sánchez y Valverde lo van a tener peor para estar cerca de los mejores en un recorrido que tiene una parte técnica y otra en la que se pueden mover desarrollos fuertes. Otro corredor que intentará hacerlo bien es Gilbert.

El prólogo nos meterá de lleno en una prueba diferente a la de los últimos años, en la que siempre ha habido un favorito claro. Estamos ante un Tour muy abierto, una prueba en la que nos podemos encontrar a un ciclista como Aimar, Walkowiak, Gaul, Perico, Pereiro o Sastre: un hombre que aproveche su oportuidad. Es un Tour que se presenta, en principio, muy abierto, si es que el presumible dominio que puedan ejercer Evans y Wiggins no se termina de plasmar en la carretera.

Hay montaña, pero está mucho más recortada en que otras ediciones. Las cronos suman 101,5 kilómeros. Los organizadores se han quedado sin Contador y Andy Schleck, en un juego entre contrarrelojistas y escaladores que ha quedado desbaratado antes de ponerse en marcha. Ver sufrir a Andy, sobre todo, en una crono de 50 kilómetros plana, tras pasar Wiggins por todos los puertos pirenáicos es uno de esos momentos que no se podrá ver.

Si el Tour se corriese como hace cinco años, la escenografía resultaría apasionante. Han cambiado los tiempos y las apisonadoras contra el crono, Evans, Wiggins, Tony Martin o Cancellara, no tienen quién encienda la luz roja de su cuerpo en una subida. En lo que hemos comentado se sustenta la grandeza del Tour. Es un todo contra todos que solo la carretera conseguirá ir desbrozando. No es lo que los organizadores querían pero el desafío se mantiene. ¿Ganará de nuevo un australiano o el ciclismo inglés vivirá momentos de gloria a la espera de otros nombres que puedan surgir?

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