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«El éxito es ya poder competir en unos Juegos. No todos los que lo intentan llegan»

La gimnasta se ve entre las ocho mejores aunque «el podio está algo más lejos por el dominio de las rusas». Estilo y elegancia La escuela rusa ha sido la dominadora desde hace décadas en la gimnasia rítmica. Y también la que guiaba las pautas en la ejecución de los ejercicios. Eso hasta que apareció Carolina con un estilo más alegre e innovador. Poco a poco hasta las jueces, demasiado inmovilistas, están valorando como se merece a la leonesa.

Carolina Rodríguez, delante de la catedral de León, afronta su segunda cita olímpica dispuesta a acabar entre las mejores.

León

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Hace un año la presencia en los Juegos era para Carolina un reto al que le habían salido muchos inconvenientes, el más importante una lesión de rodilla de la que aún arrastra secuelas. En febrero esa incertidumbre se convertía en ilusión y a la vez en responsabilidad: intentar hacer historia para la gimnasia rítmica española ante un panorama liderado por la escuela soviética, estricta y a veces injustamente sobrevalorada frente a la frescura e imaginación de otros estilos como el de la leonesa.

Con 18 años a sus espaldas de sacrificio, alguna que otra desilusión y notables éxitos, Carolina se presenta en Londres dispuesta, a sus 26 años, a demostrar que la veteranía es un grado. También la calidad y la fe inquebrantable en sus posibilidades. Le da igual que le confieran un segundo peldaño, el de las candidatas a meterse en la final. El podio parece cosa de Kanaeva, Garaeva y Zhukova. Eso al menos sobre el papel. En el tapiz del Wembley Arena nada está servido de antemano. Porque la discípula de Ruth Fernández llega pletórica

«Aunque la competición pondrá a cada uno en su sitio imagino que el trabajo que tenía que hacer hasta llegar a Londres está hecho. Físicamente me encuentro fuerte y con muchas ganas pues seguro va a ser la competición más especial que haga».

Sabe que va a tener que luchar ante molinos de viento, en este caso frente a una jerarquía establecida que premia el estilo soviético. Pero le da igual. «Mi ambición busca la final olímpica, pero la realidad es que se trata de algo muy difícil. Simplemente apostaré por hacer una buena competición si se puede y de ahí veremos lo que podemos luchar. Llegar a esa final soñada, sería para mí como la experiencia de ser medallista mundial!»

En una disciplina deportiva en la que las gimnastas apenas llegan a los 20 años, la leonesa, que después de Atenas afronta la cita olímpica como un reto de superación personal no se considera vieja, sólo experimentada. «Soy una veterana por todos los años dedicados, pero hubo años en los que no tuve mucha experiencia competitiva. Ahora mismo se puede decir que he pasado por varias situaciones, varios nacionales, europeos, mundiales, Olimpiadas... estoy muy satisfecha y creo que la veteranía es un grado a favor».

La campeona de España en las cuatro últimas ediciones saltará al tapiz el 9 de agosto. Ese día y el siguiente se juega el pase a la final. Hacerse un sitio entre las diez mejores es para ella una meta factible. «El diploma sería motivo de hacer fiesta Nacional para mí, pues el éxito es haber llegado a unos Juegos. No todos los deportistas que compiten en mundiales llegan. En mi caso siendo española, asomar la cabeza entre tanta Europa del Este ha sido un premio, pues hace un año no me imaginaba estar en Londres. Con el podio sueño, por supuesto, muchísimas veces!»

Su experiencia a nivel competitivo debe jugar a su favor. «Por supuesto. Aunque en este deporte sabemos que exige mucho control de concentración en ese minuto y medio. Cualquier cosa necesita que la cabeza esté al 100%, aunque lo hayas hecho un millón de veces».

Quizás el mayor temor, más que en la ejecución de los cuatro aparatos, puede estar en cómo responda su tobillo dañado. «Espero que sólo tenga que preocuparme del ejercicio. Aguanto muy bien dolores, problemas... hasta ahora he podido, con mucho cuidado pero sólo con las ganas y la adrenalina de la competición sacaremos el máximo rendimiento» apunta la leonesa que ya tiene las maletas preparadas para disfrutar de su viaje al olimpo deportivo.

Allí intentará que las mejoras introducidas en sus ejercicios den los resultados esperados. Sabe que nada es eterno y que los cambios pueden jugar a favor. «Para mejorar mi calidad de gimnasta, para superarme a mí misma. Si lo saco como tiene que ser, mejoraré mis puntuaciones, para eso trabajamos». Precisamente el hecho de que ninguna juez pueda ser del mismo país que las competidoras es una circunstancia que puede abrirle las puertas a un mejor resultado. Ahora las rusas ya no se votarán a sí mismas.

Pero la leonesa es consciente que llegar al estatus de Kanaeva es, no sólo para ella, también para el resto de gimnastas, casi imposible. Lo era para Kondakova pero una lesión la ha dejado fuera de Londres, Juegos que se convierten en los segundos para la mejor gimnasta española. Hace ocho años, eso sí, en el apartado de equipos, probaba el dulce de una cita olímpica. Y también la gloria de hacerse con un diploma. Ahora toca, por méritos propios, hacerlo a nivel individual. «Fue una experiencia muy dulce que no voy a olvidar nunca. ¡Lograr un diploma olímpico es algo fantástico si no puedes acariciar las medallas! Si no me equivoco, seré la única representante española que ha ido a unos Juegos en dos modalidades distintas (conjuntos e individual). Creo que estos Juegos serán más especiales incluso, por el entorno que me rodea».

Y si al final pueden endulzarse con una medalla mejor que mejor. «Alguna vez he soñado con la medalla olímpica, por supuesto, soñar es gratis y podemos todos, pero sé que no tengo opciones de ningún tipo porque las rusas y soviéticas son las que dominan, no sé que tendría que pasar, pero es prácticamente imposible; yo recuerdo el oro de Atlanta de las chicas del conjunto de gimnasia rítmica y esa imagen se me quedó grabada, yo tenía 10 años y muchas veces sueño con eso, y dices, imagínate que yo soy campeona olímpica, pero se queda ahí en el sueño, lo que sí que veo más factible de poder pasar, aunque también es difícil, es entrar en esa final de las diez mejores, y el diploma que es hasta la octava ya es la leche, lo celebraría como si hubiese ganado un Mundial».

Carolina, que para llegar a la cúspide de la gimnasia ha tenido hasta que entrenar en una iglesia pasando por otros escenarios que en otros países ni se imaginan, se presenta en Londres tras cumplimentar una exhaustiva preparación ahora en mejores condiciones. «He tenido días fáciles y días duros. Se hace un poco largo debido a los picos de forma que hemos tenido que afrontar. En enero llegué a un estado de forma física plena y es muy difícil mantenerse fresco a estas alturas que ya acaba la temporada. Todo ese cansancio y esfuerzo compensa con una participación olímpica. El trabajo de todas las personas que me rodean ha sido fabuloso, ahora solo queda que yo lo ejecute en pista».

Tal vez el único pero que puede tener de esta experiencia es no poder convivir en la Villa Olímpica con buena parte del resto de deportistas. «La verdad es que es tan bonito. Me da mucha pena porque en estos Juegos estaré en un hotel durante los días de competición, pero sí que es verdad que tuve la oportunidad de estar en Atenas, y lo que se vive allí, lo que se respira es brutal. Se juntan muchas personas y eso de andar por la villa olímpica, estar en un comedor con seis mil personas, saludarte porque llevas el mismo chándal con otros deportistas que te quedas un poco como sorprendida. Yo recuerdo cuando estuve, que era muy niña, pero ver por ejemplo a Ian Thorpe, el nadador, sentado comiendo a tu lado y pensar, ¡Pero que es Ian Thorpe!, la verdad que es precioso, al margen de todo el tema del espíritu olímpico y eso, es la convivencia con todos, un sueño a cumplir y al que pocos pueden llegar».

Cansada de que le pregunten si los Juegos van a ser la última gran cita que va a acometer y que tras Londres puede llegarle el retiro, la gimnasta se ve con cuerda para rato. La competición y las ganas de seguir trabajando en este deporte marcarán la agenda que debe acometer. «No tengo una fecha límite. Me gustaría poder disfrutar todo lo que pudiese del deporte que más me ha gustado en la vida. Una final en Londres podría ser un buen broche para cerrar, pues recordarme como una gran gimnasta. No quiero que nadie me retire, por eso buscaré el mejor momento para la retirada. Si estoy bien, habrá cuerda...».

No quiere que nada le distraiga. Sabe cuales son sus virtudes y hasta donde puede llegar. También que a pesar de su calidad las gimnastas soviéticas están un peldaño por encima. «No creo que a corto plazo nadie las pueda desbancar. Aparte de ellas en la élite estamos cuatro o cinco gimnastas pero como están las cosas aún tenemos que dar un paso adelante para poder hacerles sombra».

En ese caminar recortando diferencias con las todopoderosas Kanaeva o Kondakova, Carolina tiene mucho que decir. En parte por la frescura e innovación que ha aportado a un deporte tan plástico como exigente. «Yo no soy quien para decir si la gimnasia es mejor conmigo o sin mí. Eso tienen que responderlo otros. Personalmente creo que he dado todo por y para la gimnasia».

Eso sí, con los Juegos Carolina ha dejado aparcados algunos recuerdos que considera necesarios para crecer como deportista, pero que en su momento le llevaron a dudar sobre su continuidad a nivel competitivo. Precisamente su regreso a León hace ya cinco años fue determinante para demostrarse a sí misma que no estaba acabada. Ni mucho menos. «En principio volví a casa con la idea de abandonar, porque ya no tenía ganas de seguir, y de hecho anuncié mi retirada, estuve unos seis meses fuera de pisar un tapiz y al final fue Ruth Fernández, mi entrenadora de toda la vida del Club Ritmo la que un poco me animó a que fuera a un Campeonato de España y demás, pero bueno, de forma amateur, ni siquiera entrenaba todos los días, y al final se me dio bien el Campeonato de España, vino otra seleccionadora, y al año siguiente me volvieron a convocar, entonces ya me lo planteé de una manera un poco más seria, pero siempre entrenando en León, y la verdad que debo ser de las pocas personas que no se han concentrado en un núcleo grande como Madrid o Barcelona y llegue a unos Juegos».

Ahora, con todo ese trayecto recorrido se le presenta la oportunidad para seguir haciendo historia. Dos días, 9 y 10 de agosto, marcarán su futuro. Y también poder optar a la gloria el día 11. Por calidad y ambición lo tiene en su mano.