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Una carrera memorable

El catalán consigue la plata en K1. Sete Benavides y Teresa Portela son cuartos.

Craviotto posa con la medalla de plata en el lago de Eton Dorney.

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dani bosque | Eton Dorney
León

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El piragüismo español se despidió de Londres 2012 con las medallas de plata de David Cal y Saúl Craviotto pero con el sabor agridulce de Teresa Portelas y ‘Sete’ Benavides, que se quedaron a un suspiro del bronce.

Con un sol radiante en Eton Dorney y una ligera brisa que apenas conseguía levantar oleaje en el tranquilo lago donde se celebran las carreras, el piragüismo español se preparaba para vivir una última jornada de competición que podía pasar a la historia de esta disciplina.

Tras la plata conseguida por David Cal en C1 1000 metros, la quinta presea del palista gallego, el olímpico nacional más laureado de la historia con cinco metales, Saúl Craviotto, Alfonso ‘Sete’ Benavides y Teresa Portelas podían engrosar el medallero de España y cerrar así una actuación memorable del piragüismo patrio.

Con el viento soplando en contra y decenas de banderas españolas en las gradas, Craviotto fue el primero en echarse al agua para culminar el milagro que empezó a gestar hace dos meses, cuando se clasificó a última hora para los Juegos Olímpicos en una categoría nueva para él, el K1 200 metros.

Dio un recital de derroche físico y esfuerzo. Aumentó el ritmo y fue remontando posiciones, cortando con su piragua las tranquilas aguas del lago Dorney hasta cruzar la meta en segunda posición, solo por detrás del británico Ed McKeever, que hizo agitar todas las «Union Jack» reunidas en las gradas.

Sin embargo, las buenas vibraciones que dejó la gesta de Craviotto, que en Pekín 2008 se hizo con el oro en K2-500, se convirtieron en un sabor agridulce después de las otras dos finales con participación española.

El jovencísimo ‘Sete’ Benavides, de solo 21 años, se colocó en segunda posición y parecía muy cerca de conseguir su objetivo cuando, en los compases finales, fue superado por el lituano Jevgenij Shuklin y el ruso Ivan Shtyl’.

Más amargo aun fue el cuarto puesto de Teresa Portelas que a sus 30 años y con tres diplomas olímpicos obtenidos entre Pekín y Atenas, se sabía ante su última oportunidad de conquistar finalmente uno de los tres cajones del podio.