CICLISMO. LA VUELTA 2012 | UNA ETAPA VIBRANTE
La Vuelta se impregna de emoción
La Vuelta 2012 llegó a Los Ancares, un paisaje de montañas vírgenes e inabarcables, en medio de una joya natural impresionante. La afición al ciclismo se volcó con la carrera desde primeras horas de la mañana y que se prolongó hasta ver a los ciclistas entrar en meta y abordarles durante los pocos segundos que tardaron en meterse en sus respectivas caravanas, antes de ser trasladados rápidamente hasta sus hoteles de concentración en la capital leonesa y localidades próximas.
Ancares es un puerto natural que conecta dos valles y presenta en total cuatro vertientes, tres en la cuenca del Navia y una en la cuenca del Sil, todas ellas espectaculares.
Se puede subir tanto desde las provincias de Lugo y León como desde el principado de Asturias. Hay muchas laderas que sirvieron para que la afición al ciclismo se acercaran a presenciar de cerca a la ‘serpiente multicolor’. Por donde ayer subió gran parte de la prensa en coche es más duro que la montaña que escalaron los ciclistas.
De hecho, la infarestructura de la Vuelta estaba mucho más arriba que la meta, en un terreno ambiguo entre Galicia y León. «La logística de meta no se podía colocar más adelante porque no cabían los camiones ni toda la parafernalia del podio», indicó un componente de la organización.
La oficina permanente estaba en el Mirador de Balouta, en una carpa, sin nada alrededor. Uno de los responsables de la Vuelta comentó: «Cuando llegamos aquí esta mañana esto parecía otro planeta». La belleza paisajística lo domina todo, es una parte de la España más profunda. Profunda, aunque elevada sobre las cumbres.
La Vuelta a León ya vivió hace años una etapa espeluznante por estas cumbres y la Vuelta a España intentó también meterla en su recorrido en 2008. No fue posible por culpa de unos pocos kilómetros sin asfaltar aún en territorio asturiano. La carretera era el problema. En Los Ancares algunas carreteras están descarnadas y gran parte del año difuminadas por las nieblas. Sus habitantes están lejos de todo, a trasmano del mundo. No se sabe si envidiar o sentir indulgencia por la gente de estas montañas.
La invasión de la Vuelta con un montón de coches en las laderas, cientos de guardias civiles intentando poner orden a aficionados que ascendían y bajaban llenaron de colorido una jornada ciclista inolvidable.