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BALONMANO. RESACA DE UN MUNDIAL HISTÓRICO

El mirlo blanco del Ademar

Carlos Ruesga es la última estrella de un equipo que cada año debe desprenderse de sus principales figuras para cuadrar su arquitectura económica. El asturiano termina contrato en junio.

El jugador del Ademar Carlos Ruesga celebra uno de los goles que le endosó a Hungría en su mejor partido del Mundial.

Publicado por
sergio c. anuncibay | león
León

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Carlos Ruesga es un valor al alza. El último mirlo blanco de un Reale Ademar venido a menos por una crisis económica que precipita la exportación de talentos a Ligas extranjeras. El asturiano es la piedra angular del proyecto que conduce Manolo Cadenas, adalid de un equipo que pivota sobre la creatividad del ‘hispano’ marista, apoyado, sobre todo, por otros dos internacionales, Felipe Borges y Gonzalo Carou, además de por el veterano Iñaki Malumbres.

Los tiempos de vino y rosas en la entidad marista son cosa del pasado. El club leonés tuvo que desprenderse de prácticamente todos los jugadores de la temporada anterior por culpa de su maltrecha caja de caudales. Algunos, como Ángel Montoro y Antonio García, en el Barça y en el PSG, respectivamente, consiguieron colgarse el oro en un campeonato del Mundo que —como dijo Valero Rivera— se «recordará durante muchos años», sobre todo por el meneo a Dinamarca.

En la nómina de internacionales españoles había hasta ocho ‘hispanos’ que en alguna etapa de su trayectoria deportiva vistieron la camiseta del Ademar. Solo Ruesga sigue en activo en León, pero retenerlo aparece como una quimera para una entidad que no puede soportar la ficha de un jugador de su porte, que, seguro, tendrá muchas novias en junio si mantiene el nivel de la primera vuelta.

Cumple contrato este año y el club lo tanteó para prorrogar su vínculo un ejercicio más a costa de reducirle el sueldo. El central no aceptó estas condiciones y todo apunta a que hará las maletas a final de esta temporada.

Además, su concurso en este Mundial de ensueño lo ha devuelto al escaparate internacional. Solo el Barcelona y el Atlético de Madrid podrían soportar su ficha si Ruesga continúa en España. Pero hay vida más allá de la Asobal. Francia, Alemania, Dinamarca o Hungría son, ahora, los destinos preferidos por los jugadores nacionales. Ligas europeas que pueden pagar sueldos competitivos y que, a diferencia de la Asobal, no están asfixiadas por una crisis económica que amenaza como nunca el futuro del balonmano español.

Ruesga es el último eslabón de aquella etapa de bonanza que permitía al Ademar pagar las nóminas de algún que otro primer espada. Ahora, los esfuerzos se centran en reducir la deuda e intentar evitar un concurso de acreedores que parece irremediable si el Ayuntamiento no ‘encuentra’ los más de 200.000 euros de la subvención bloqueada.

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