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Nadal devora a Almagro

El balear conquista su octavo título en el Conde de Godó por 6-4 y 6-3 en un partido en el que no brilló pero consiguió desarmar al tenista murciano .

Rafa Nadal celebra su victoria mordiendo el Trofeo Godó tras ganar a Nicolás Almagro.

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victorio calero | barcelona
León

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Cuando un tenista gana su cuarto título en una temporada en la que ha jugado seis finales, tras ocho meses lesionado, es que debe tener algo muy especial. Cuando un jugador obtiene su título número 54, su octavo trofeo Conde de Godó y se convierte en el primero en la historia en ganar ocho veces dos torneos diferentes, es que forma parte de esos elegidos del deporte que no conoce límites. Todo eso es Rafa Nadal. En la final del torneo barcelonés se enfrentaba el probablemente mejor jugador de todos los tiempos sobre tierra batida contra un tenista al que había ganado las nueve veces que habían jugado anteriormente.

Y otra vez más, Nadal fue superior a Nicolás Almagro. No mucho, únicamente lo suficiente para ganarle por 6-4 y 6-3 en un encuentro marcado por una débil pero incómoda lluvia, un duelo que no fue bueno -tuvo muchos errores no forzados por parte de ambos- pero que le sirvió para alzarse con otro título más.

El derrotado tenista murciano lo resumió perfectamente al final del encuentro: «Ha demostrado, una vez más, porqué es el mejor tenista de la historia sobre esa superficie». Mientras, el manacorense recibía la copa con su habitual humildad, y reconocía que este nuevo logro suponía «una alegría enorme».

Almagro aseguraba antes del partido estar preparado para la batalla. Y desde el primer peloteo lo demostró. Hizo ocho de los nueve primeros puntos y consiguió llevarse los tres juegos iniciales, con dos roturas de servicio incluidas, y una auténtica exhibición de agresividad y tiros ganadores. La bola iba lenta. La pista estaba cada vez más pesada por el frío y las nubes, a lo que había que sumar la lluvia caída en los últimos días en Barcelona.

Nadal solo remaba y apenas podía defenderse, mientras que su rival demostraba ir en serio. Después de que apareciesen las primeras gotas de lluvia y se abriesen los paraguas sobre la central del Real Club de Tenis, el de Manacor cortó la hemorragia. Y no solo eso, hizo dudar a Almagro.

Del 3-0 de Nico se pasó al 4-3 del balear. El temporal murciano fue amainando mientras que su rival iba cogiendo, poco a poco, la onda al duelo. El número 12 del mundo no desistía. Su revés a una mano cruzado agrietaba constantemente la muralla del campeón. Pero el problema era el de siempre: enfrente estaba Rafael Nadal Parera. Sin hacer un tenis brillante, pero sí muy inteligente, fue capaz de aguantar una embestida tras otra y de apagar a Almagro. El murciano ya no brillaba, ya no encontraba los puntos ganadores. Solo veía una pared sin agujeros. Así consiguió el ex número uno del mundo el primer set, tras un parcial de 6-1 y se pasó del huracán del murciano al rodillo del balear.

Un dominio que se prolongó en el segundo acto. Ya no chispeaba, pero Almagro comenzaba a ahogarse en el fondo de la pista. El mecanismo de Nadal era muy simple y, a la vez, extremadamente complicado: pegarle a la bola cuando le tenía que pegar, solo cuando se metía en la línea de fondo, y defenderse cuando el adversario apretaba. Así consiguió el ‘break’ y así fueron cayendo uno tras otro los juegos. Además, consiguió mejorar su tenis. Empezó a soltar zarpazos con su derecha y a meterse en la pista. Y Almagro, siempre con la cabeza alta, solo pudo hincar la rodilla. Delante tenía al rey de la tierra batida.

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