«Le admiraba pero también le tenía terror. Me detrozó la vida»

«Él me decía que era mi padre y lo cierto es que yo pasaba más horas con él que con mi familia. Tenía sentimientos encontrados: le admiraba, le quería, pero a la vez tenía terror y me sentía obligada a soportar cosas», recuerda la denunciante, una de las mejores gimnastas españolas a finales de los 70. «Me volvía loca intentando averiguar qué había hecho mal porque unas veces me trataba bien, otras mal y otras me ignoraba. Me destrozó la vida».

Una compañera corrobora estas declaraciones. «Nos concentraron en un hotel antes de los Juegos de Moscú. Casi todas las noches venía a la habitación. En una a mí me dio un masaje. Luego le oí en la cama de al lado. Cerré los ojos y me hice la dormida. Era tan duro que nunca nos atrevimos a hablar de ello».