Cansado, pero feliz

Madrugón para iniciar nuestro camino hacia Moscú. A las siete de la mañana ya estábamos todos desayunando y media hora más tarde poníamos rumbo al aeropuerto de Barajas. Nos esperaba un viaje largo aunque gratificante. Competir en un Mundial no se hace todos los días y en mi caso es el debut a nivel sénior.

La sorpresa era que el avión era muy pequeño y teníamos que estar nada menos que cinco horas volando para llegar a nuestro destino, Moscú, una ciudad enorme de más de 14 millones de habitantes.

Diez horas después de dejar el hotel Emperador en Madrid nos instalamos en el hotel Cosmos, el más grande de toda Rusia y uno de los más grandes del mundo. ¡Aquí no se andan con pequeñeces! Después de acomodarnos en nuestras habitaciones tras la pertinente acreditación salimos a rodar. Noté las piernas muy muy cansadas de todo el viaje por lo que junto a mi amigo y compañero de entrenamientos Sebas Martos decidimos rodar tranquilitos para soltar la pesadez del viaje. Menos mal que la carrera es el lunes y podremos ponernos a tono.

Eso sí, no queda otra cosa que irse para la cama pronto. Mañana será un día largo con series y el descanso se hace no sólo imprescindible sino recuperador. Es una experiencia muy bonita aunque de Moscú, apenas he tenido tiempo para ver unas pocas cosas.

Lo que importa es entrenar para estar bien en la carrera. El turismo queda para otros.