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EL CLÁSICO. EL PARTIDO

Neymar tumba al Real Madrid (2-1)

El Barça se lleva un derbi en el que los de Ancelotti fueron irreconocibles con Ramos de mediocentro y Bale de ariete .

Alexis Sánchez, en el centro, celebra con sus compañeros el gol que dio el triunfo al Barça frente al Real Madrid durante el partido de la décima jornada de Liga de Primera División, disputado en el Camp Nou.

Publicado por
andrés jimeno | Miranda de ebro
León

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El primer clásico de la temporada, el Barça-Madrid, estaba anunciado como un choque de trenes entre los dos capos del fútbol español, un duelo de altos vueltos entre los mejores jugadores del mundo, entre Messi y Cristiano Ronaldo, entre Neymar y Bale, y acabó como un enfrentamiento muy vibrante, intenso, pero no del todo brillante en el juego, en el que se impuso el menos malo y el que acertó con dos golazos. En este caso fue el Barça, que firmó una buena primera parte, aprovechó mejor sus oportunidades y supo sufrir cuando el rival apretó. El Madrid, en cambio, fue una sombra de equipo en los primeros 45 minutos, se rehizo tras el descanso y pudo empatar cuando el partido iba ajustado, porque Benzema estrelló un derechazo al palo y Cristiano fue objeto de penalti (2-1).

Sin embargo, al equipo merengue le faltó juego, llegada y un patrón. El Real Madrid, que cae a seis puntos de los azulgrana, sale muy tocado de clásico. Sus jugadores parecen desorientados, confusos, no encuentran el norte y su fútbol sufre cuando no pueden explotar las contras.

Más allá de la casta, a día de hoy el Madrid ofrece poco más. Pero sobre todo sale tocado el técnico blanco, Carlo Ancelotti, que sorprendió con varias decisiones, todas ellas equivocadas y a la postre decisivas para el desenlace del choque. La primera, en el centro del campo. Buscó el músculo, la experiencia y la contundencia con Sergio Ramos en el eje de la medular y renunció a la creación y la salida más oxigenada que le ofrece Illarramendi. El italiano esperaba una guerra en el centro del campo y quiso armarse con el defensa sevillano, que se le vio aseado con el balón, aunque desubicado, por lo que entorpeció la construcción, especialmente cuando entraba en acción Modric, que no acabó de encontrarse junto al de Camas y Khedira.

La otra decisión de Ancelotti que no tenía explicación estaba en la delantera. Prescindió del ‘9’ (Benzema empezó en el banco y Morata vio el partido desde la grada) y se la jugó con Di María, Bale y Cristiano como tridente algo extraño. Además, la tripleta blanca cambió tanto sus posiciones que al final ninguno de ellos dio la impresión de saber dónde jugaba. Ni Ronaldo se sentía peligroso, ni Di María se nutría de balones para encarar al contrario. Lo de Bale ya es otro cantar. Cien millones no los vale nadie, pero muchos menos él, que a día de hoy está a años luz de parecer el futbolista más caro del planeta. Ancelotti tiene un problema: tiene que hacerle jugar, aunque da la impresión de que no sabe muy bien dónde ponerle. Su rodaje se antoja complicado. En definitiva, el Madrid no sabía muy bien a qué jugaba. Esta circunstancia se hizo mucho más palpable a raíz del gol azulgrana, marcado por Neymar en el minuto 18. A partir de entonces el Barça reculó unos metros, permitió al Madrid construir desde atrás y ahí es donde al conjunto blanco se le veían las vergüenzas y donde no podía esconder sus limitaciones. El cuadro de Chamartín había planteado un partido para robar rápido y salir con sus balas atacantes y se encontró con un problemón con tanto balón en los pies. El Barça, en cambio, se sentía cada vez más cómodo desde una posición atrasada.

Con un Neymar muy activo y muy peligroso y de estilete en la banda, Messi jugando por todos lados y Cesc bastante pendiente de apoyar a Busquets, Xavi e Iniesta en la creación y en la recuperación, el conjunto de Gerardo Martino se adaptó mejor al choque. El Barça, en cualquier caso, también ofrece dudas. Reculó tanto, que en la segunda parte el choque se le empezó a torcer de verdad.

El clásico de los contrastes, el de las paradojas, en el que uno -el Barça- jugaba a la contra, cuando nunca lo ha hecho, y el otro se iba creciendo, pudo cambiar en el minuto 70. Ronaldo cazó un balón en el área, notó el contacto de Adriano sobre su espalda y cayó. Para el portugués penalti claro; para Undiano, «sigan, sigan». A la jugada siguiente. Benzema armó un cañonazo que dejó temblando el larguero de Valdés. Fueron las dos mejores ocasiones del Madrid en todo el partido, al margen de otro zurdazo de Cristiano, y poco más. Porque en el 78’, Alexis, que acababa de salir, hizo el mejor gol que se le recuerda como azulgrana. Jesé, que tuvo sus minutos, acertó en el 90. Pero ya era tarde. El Madrid ni siquiera tuvo la oportunidad de intentar el empate.

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