Sin la afición es imposible

El técnico y los jugadores apelaron a la afición en la previa del partido. Sabían que sin el respaldo del Palacio resultaría imposible enjugar cinco goles de diferencia. Y la grada recogió el guante. Nunca perdieron la fe a pesar de que las cosas no pintaban del todo bien en el ecuador de la segunda parte. Pero retumbaba el «!Sí se puede!», síntoma del carácter irreductible de una parroquia que merecía un encuentro como el de ayer, con ese final de infarto que dulcifica el triunfo. El gol de José Mario Carrillo con el reloj a cero devolvió el pulso a los aficionados, que, tras unos segundos de silencio interminable, explotaron de alegría. Todo el pabellón en pie despidió a los jugadores como héroes.