Diario de León

Caudales altos y aguas frías

La situación en este inicio de año es magnífica en los tramos leoneses superando un otoño con un severo estiaje por la ausencia de precipitaciones y fuertes heladas .

El río Cúa a su paso por la localidad berciana de Cacabelos.

El río Cúa a su paso por la localidad berciana de Cacabelos.

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P. VIzcay | León
León

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La situación del caudal de los ríos leoneses, tanto los regulados como los no regulados, es magnífica al comienzo del año 2014. Todos los ríos, sin excepción, sufrieron un severo estiaje durante el otoño. La ausencia de precipitaciones y las fuertes heladas hicieron temer por la recuperación del agua embalsada, a pesar de que la temporada de riegos finalizó sin agobios. Durante todo el mes de noviembre y parte de diciembre los ríos discurrían con muy escaso caudal, justo durante las fechas en las que estaban iniciando las frezas, pero las precipitaciones abundantes de la pasada semana han hecho variar notablemente la situación.

Los embalses están ganando hectómetros cúbicos durante la Navidad. Así Riaño cuenta con 403 hectómetros cúbicos, un 62 % de su capacidad. Barrios de Luna, con 152 Hm3 llega al 50 % y Villameca ya alcanza el 71 % El embalse de Vegamián en el Porma cuenta con 178 Hm3, el 56 %. También la situación es buena en la cuenca del Sil. Bárcena conserva más de la mitad de su aforo. En los ríos que no cuentan con embalses reguladores la situación es parecida. Basta con observar el Bernesga o el Torío a su paso por la capital para darse cuenta, de que en este año que comienza no hay escasez de agua.

Antes de la crecida y pese al escaso caudal las frezas se iniciaron con cierta normalidad, hasta el punto de que las concentraciones de truchas eran visibles en Mansilla de la Mulas o en zonas altas del Torío, Curueño y Duerna.

Incremento del caudal

El incremento del caudal ha cambiado totalmente la situación. Las truchas se han retirado y cabe suponer que esperarán a que las aguas vuelvan a su cauce. En condiciones desfavorables los salmónidos son capaces de retrasar el ciclo reproductivo, pero si éstas persistieran remontarán los cauces hacia aguas más someras. Una vez realizada la puesta las huevas permanecerán un periodo variable en función de la temperatura del agua hasta eclosionar desde finales de enero hasta marzo.

Ahora el peligro es evidente: si el tiempo cambiase y se produjesen fuertes crecidas los arrastres de gravas taparían o destruirían los frezaderos, con lo que se perdería toda la puesta. Cuando hay crecidas previas a las frezas la situación se convierte en favorable.

Por una parte los reproductores remontan hacia zonas de aguas mas someras, más oxigenadas y mas limpias. Mientras dura la crecida esperan pacientemente en zonas remansadas o empozadas a la espera de que los caudales se normalicen. Tan solo si la crecida es muy persistente se verían obligados a efectuar la puesta con el peligro de que, al descender el nivel, quedase en seco. En todo caso los años favorables son aquellos en los que se producen crecidas previas en octubre o noviembre.

Es cierto que muchas truchas de los cursos medios y bajos son híbridos que no consiguen reproducirse, pero afortunadamente todavía quedan muchas que si lo hacen. La favorable o desfavorable reproducción nunca se aprecia en la temporada siguiente, sino en las próximas, cuando los alevines alcancen una talla de entre quince y veinte centímetros.

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