Diario de León

El presidente más votado, víctima de una guerra civil que no quiso evitar

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Llegó a la presidencia del club, en julio de 2010, siendo el candidato más votado de la historia y enarbolando la bandera de la unidad del barcelonismo, bajo el lema «Todos somos Barça». Sin embargo, en cuanto tomó posesión del cargo, sus primeras decisiones —retirar la presidencia de honor a Johan Cruyff y llevar la gestión de Joan Laporta a los tribunales— dejaron bien claro que no buscaba la comunión que proclamaba con el sector opositor del laportismo, con el que estaba enfrentado.

Rosell quiso darle un estilo nuevo a la presidencia. Trató de ofrecer una cara más amable —siempre sonriente— que la que había transmitido su antecesor, Joan Laporta, puro en ristre, bailando en la discoteca ‘Luz de gas’ con la botella de champán en la mano y soltando arengas del estilo: «Al loro, que no estamos tan mal». Pero la realidad es tozuda.

Cuatro jefes de prensa en cuatro temporadas esconden más que un problema en la política comunicativa del club. Rosell, mucho menos carismático que su antecesor, ha sido víctima, sin hacer nada para evitarlo, de una constante en el FC Barcelona que dura desde hace décadas y que lleva a la entidad a su autodestrucción. El Real Madrid es el gran adversario deportivo, pero el problema del Barça es interno. Primero fue el nuñismo, enfrentado al cruyffismo y luego al laportismo y éste contra el rosellismo

Ahora es el sandrismo el que se las ve tiesas con los guardiolistas/laportistas/cruyffistas. Sandro Rosell deja tres años y medio de presidencia, que en lo deportivo se salda con una ‘Champions’, dos Ligas, una Copa y un Mundialito.

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