Diario de León

Festival en la previa del City

El Barça golea al Rayo con un doblete de Messi, que supera a Di Stéfano e iguala a Raúl como anotador histórico de la Liga.

Lionel Messi, tras batir en el segundo gol del equipo blaugrana al portero del Rayo Vallecano Rubén Martínez.

Lionel Messi, tras batir en el segundo gol del equipo blaugrana al portero del Rayo Vallecano Rubén Martínez.

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p. ríos | barcelona
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Un gran Barça, puede que el mejor de la temporada, se dio un festín ante el Rayo, al que goleó con una voracidad que hacía tiempo que no se veía en el Camp Nou (6-0). En el momento en el que la campaña entra en la zona caliente, con la ida de los octavos de la ‘Champions’, el martes contra el Manchester City, el equipo catalán demostró que llega con las piezas ajustadas, el depósito lleno de gasolina y con la cabeza muy fresca. Liderados por Cesc, Messi e Iniesta, los azulgrana firmaron un partido redondo (seis goles de 21 remates), que tuvo momentos de excelencia, como el cuarto tanto, precedido por una pared para enmarcar entre Fàbregas y el centrocampista manchego, que podía haber llevado la firma de los Harlem Globetrotters.

Con la diferencia que los baloncestistas neoyorquinos juegan pachangas para lucirse y el Barça estaba disputando un partido de Primera División. Messi, con su doblete al Rayo, ya suma 228 goles en la competición, uno más que hizo Di Stéfano y los mismos que Raúl. Hugo Sánchez, 234, y Zarra, 251, están aún por encima del argentino.

Recordó al Barcelona de Guardiola, un equipo con hambre, circulación endiablada del balón, presión asfixiante y muy arriba y todos los jugadores muy concentrados. Martino las ha tenido que oír de todos los colores desde que, en la primera vuelta, frente al Rayo, su equipo registró un porcentaje de posesión más bajo que su adversario, lo que fue interpretado por los fundamentalistas de las esencias azulgrana casi como una herejía. Pero empieza a dar con la tecla que buscaba. Iniesta, con chispa, vuelve por sus fueros; Cesc está inmenso, cada vez con más jerarquía; Messi está, se le ha esperado y además responde; Busquets va a más; y la clave en las grandes citas se antoja que será la defensa. Si no hay lagunas en la zaga, da la sensación de que el juego del equipo está preparado para retos importantes.

Los pesimistas, que siempre los hay, o realistas, según el punto de vista, pueden agarrarse a que el rival era el Rayo, el penúltimo de la tabla. Pero precisamente por eso cobra mayor importancia la ambición que el Barça puso en el juego desde el pitido inicial.

Los hombres de Martino, que podían tener la tentación de especular con sus fuerzas de cara al martes, se comieron al adversario en su área. Puyol y Piqué tiraron del equipo desde atrás y evitaron la distancia entre líneas, que a veces rompe al equipo. Ayudó además que los azulgrara se pusieron por delante a los 60 segundos. Adriano agarró un derechazo desde el pico del área y enseñó la vía a sus compañeros. El camino era atacar y atacar, presionar con el cuchillo entre los dientes y buscar al rival en su guarida, para que no pudiera respirar. Un gol y dos palos en el cuarto de hora inicial hacían presagiar una tormenta para los madrileños. Y así sucedió. Al final, media docena.

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