Diario de León

MUNDIAl DE BRASIL Selección española

La médula de los campeones

Del Bosque vuelve a fiar el destino de su equipo al cuarteto mágico .

Fábregas e Iniesta, durante un entrenamiento con España.

Fábregas e Iniesta, durante un entrenamiento con España.

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Jon Agiriano | Washington
León

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Las opiniones sobre el papel que tendrá la selección española en el Mundial de Brasil están muy divididas y abarcan un amplio espectro, desde el optimismo más feroz hasta el pesimismo más recalcitrante. Nada nuevo, por otra parte. De ambas especies antagónicas había también en los tiempos grises en los que España no pasaba de cuartos de final ni con recomendación. Hay algo, sin embargo, en lo que coinciden la gran mayoría de los aficionados y de los analistas deportivos, y es en que las posibilidades de España pasan, en gran medida, por el rendimiento que ofrezca ese cuarteto mágico que viene siendo el corazón de ‘La Roja’ desde 2010, el formado por Sergi Busquets, Xabi Alonso, Xavi Hernández y Andrés Iniesta.

Ahora nadie duda de que hablamos de una de las líneas de centrocampistas más grandes de la historia, pero lo cierto es que el suyo fue un parto muy complicado que dio lugar a un debate intenso y lleno de aristas.

Se criticó desde muchos frentes la decisión de Vicente del Bosque de alinear a una pareja de medios centro. En cierto modo, era una medida impopular que no sólo obligaba a adelantar la posición habitual de Xavi, sino que, además, suponía la pérdida de un pelotero en la medular. Y en la nueva España triunfadora del ‘tiki-taka’ que salió de la Eurocopa 2008 perder un solo violinista era una especie de sacrilegio. En apenas seis años, en fin, en la selección se había pasado de adelantar defensas al centro del campo para que rasearan la pared con una paleta de cemento a adorar sin límites a los pequeñitos jugones. A eso en Chile lo llaman «el cambio de paradigma» y se refieren a él, en este caso a lo que hizo Marcelo Bielsa con su selección, como un proceso histórico, casi geológico, una frontera en el tiempo.

¿Por qué hay que poner dos jugadores a realizar el trabajo que Marcos Senna hizo en solitario en la Eurocopa de Austria?, se preguntaban muchos. Vicente del Bosque tenía clara la respuesta. Era una cuestión de equilibrio, de ajuste en el balance ataque-defensa. El seleccionador no había olvidado la derrota ante Estados Unidos en la semifinal de la Copa de Confederaciones 2009. No jugó Busquets y el equipo, vulnerable, vio cómo terminaba una racha increíble de 35 partidos sin perder y 15 victorias consecutivas.

Aquello fue una espina clavada para el técnico salmantino, que disputaba su primer torneo con España. Un año después, al regresar a Sudáfrica, ya tenía la decisión tomada. Busquets y Xabi Alonso jugarían juntos, Xavi haría de enganche e Iniesta caería a banda e inventaría con libertad por todo el frente de ataque. El estilo es irrenunciable.

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