Puesta de sol, entre partido y partido

La piedra de Arpoador, que divide las playas de Copacabana e Ipanema en Río de Janeiro, es el lugar más concurrido la ciudad para divisar la puesta de sol reúne cada atardecer a miles de personas y sus cámaras de fotos.

Durante el Mundial se llena cada día de extranjeros, muchos de ellos equipados con la camisetas de su selección.

Es invierno y ahora el sol se pone temprano, un poco después de las cinco de la tarde. A esa hora una masa de personas se empieza a dirigir a la piedra de Arpoador, famosa por ser el punto de encuentro de los surfistas de Río, que aprovechan cada día - y cada noche, porque hay iluminación artificial - las olas que allí se forman.

Todo el mundo se empieza a sentar sobre la piedra, en pequeños grupos o en parejas de enamorados. Algunos llevan sus propias sillas, como si quisieran establecer su tribuna particular. Enfrente tienen la playa de Ipanema, el imponente monte Dois Irmãos, con la favela de Vidigal en su falda, y el sol, que empieza su descenso final.

Cuando el sol desaparece por completo, todo el mundo se funde en un aplauso unánime. Es un aplauso que quiere homenajear el regalo que la naturaleza acaba de ofrecer.

Es un aplauso largo, un aplauso de satisfacción, de satisfacción por estar en Río de Janeiro, por estar aquí y ahora, en el lugar dónde todos quieren estar durante los meses de junio y julio de 2014.