Diario de León

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Las diferencias son tangibles

Publicado por
Aitor Álvarez
León

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Sólo un 1,6% de la población de las favelas y de otros asentamientos irregulares de Brasil tiene título universitario, mientras que en otras áreas el porcentaje llega al 14,7%, según datos específicos del Censo de 2010 divulgados hace unos meses por el Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE), que pertenece al Gobierno.

De acuerdo con este estudio, un 86,9% de los estudiantes de las favelas asiste a la escuela pública. En los barrios tradicionales son un 63,7%. Allí cuentan con la opción de la escuela privada.

El estudio busca sacar a la luz las diferencias entre las favelas y las otras partes de las ciudades.

Estos niveles de escolarización tan diferentes muestran dos mundos en un mismo espacio.

Y es que, como he comentado en otros artículos, muchas favelas se encuentran próximas a los barrios más exclusivos de ciudades como Río de Janeiro.

Se trata de dos realidades que no tienen nada que ver entre ellas, pero que se tocan inevitablemente.

Pese a ello, algunos brasileños nunca han estado en una favela e incluso se enfadan al ver como estas barriadas se han convertido en un destino turístico más. El extranjero quiere, además de visitar el Cristo Redentor o el Pao de Açucar, estar en una favela.

Yo he tenido varias visitas de amigos y familiares durante el tiempo que llevo en Brasil. A todos los he llevado a varias favelas, porque son parte de la ciudad. Río de Janeiro no se explica sin sus favelas.

Además, el turista, generalmente, se interesa por cosas que nunca ha visto antes. Por lo tanto, le es mucho más atractivo visitar una favela que ir al zoológico de la ciudad o al jardín botánico de turno. Viajar sirve para ver y experimentar algo diferente a lo habitual, para salir de la zona de confort.

Aún así, puedo entender el enfado de los cariocas, que no les gusta que «lo feo» se convierta en la postal de la ciudad. Todo el mundo quiere mostrar a los demás lo más bonito de su casa y, evidentemente, un barrio de chabolas, en la opinión del brasileño de clase media, no lo es.

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