Del sobresaliente al deficiente
Sin afanes polémicos MARTÍN
La Cultural pudo ganar y perdió por fallos ostensibles en defensas y porque el árbitro anuló un gol totalmente legal en mi apreciación.
Empezó bien la Cultural su partido frente al Guijuelo, luego se fue diluyendo como azucarillo en el agua de sus defectos defensivos, para perder por dos goles a uno. Un partido para que el entrenador culturalista y sus ayudantes estudien detenidamente, para lograr, al menos, intentar corregir las lagunas defensivas que tuvo el equipo, determinantes de sufrir una derrota, totalmente inesperada, después de los buenos principios del partido que tuvo el equipo, adelantándose en el marcador y generando oportunidades que se fueron al limbo de las ocasiones perdidas, tanto por defectos propios como por los aciertos ajenos. Dos puntos que se fueron, una ocasión perdida, dejando a la afición con un poso amargo por lo que pudo haber sido y no fue.
Vaya por delante que por juego y ocasiones bien mereció la Cultural la victoria, amén del gol anulado por el árbitro, en mi opinión y en la opinión de muchos espectadores legalmente logrado por la Cultural. Por supuesto por fuera de juego inexistente, el línea, que tenía la mejor visión de la jugada, no levantó el banderín para señalar la infracción. Y particularmente me encontraba en línea con la jugada. Un gol que hubiera sido el de la derrota para los visitantes y, consecuentemente, la victoria posible de la Cultural. Por otra parte, el árbitro no estuvo a la altura del encuentro; permitió demasiadas pérdidas de tiempo por simulaciones de los jugadores visitantes, parando el ritmo del juego y perdiendo un tiempo notable que no tuvo la compensación necesaria en el descuento. Al final, derrota de la Cultural gastada tanto por el desacierto propio como por el acierto contrario.
La defensa no anduvo precisamente fina y en el ataque hubo excesiva precipitación en la finalización de muchas jugadas. Total, una derrota que deja un sabor amargo en los aficionados que, al final del partido, no se mostraban precisamente contentos con lo ocurrido sobre el campo. Aciertos ajenos, desaciertos propios, y un arbitraje bastante deficiente.