Bodas de plata para una gesta que hizo historia

Veinte de mayo de 1990 y miles de corazones leoneses palpitando a toda velocidad y a unos cuantos cientos de kilómetros de León. En juego nada menos que un ascenso, el del Elosúa, un club que con nueve años de vida quería celebrar por todo lo alto su cumpleaños. Sobre la pista del pabellón de Deportes de Lugo cinco jugadores y otros siete más en el banquillo (la cancha del Palacio había sido clausurada por varios encuentros). Y las gradas repletas de aficionados que no olvidarán nunca un hito histórico para León. Y también para el deporte de la ciudad, el ascenso de su equipo forjado a base de ilusión, entrega y mucho compromiso, a la élite de esta deporte, la ACB.

Hoy, 25 años después aún sigue latente una gesta que por desgracia no puede celebrarse con el club en vida. Su desaparición en 2012 ha impedido que esta fecha tenga una dimensión aún más relevante. La que hizo posible un club que con un puñado de veteranos y muchos jóvenes en sus filas lograba dar el salto a la élite, justo un año después de sufrir para mantenerse en Primera División. Ese sufrimiento y la llegada de varios jugadores curtieron al Elosúa León para escribir la página más gloriosa de su historia.

Con Gustavo Aranzana como entrenador, ese equipo que por vez primera llevó al baloncesto leonés a compartir escenario con los Real Madrid, Barcelona o Joventut contó con 12 nombres propios en la cancha desde los tres leoneses con los hermanos Herreras y Fernando Fanjul a los jóvenes Xavi Fernández, Willy Villar, José Luis Guerrero, Juan Pérez Coque, Miguel Ángel Fernández y Francisco Gómez, pasando por los veteranos Vicente Lafuente, Samuel Puente y el único foráneo, el norteamericano Cherokee Rhone.

Todos hicieron posible que lo que a principio de la temporada 1989-1990 fuera un sueño se convirtiera en una realidad tras un camino plagado de exigencias deportivas que este grupo de amigos lograba solventar. Y todo en una temporada mágica que el Elosúa empezaba con altibajos aunque conforme fue desarrollándose la competición lograba dar un paso adelante. Ni el grave accidente que sufría uno de sus jugadores, Miguel Ángel Fernández (fue sustituido por Vicente Lafuente), impedía al club mostrarse cada vez más consistente. El premio, el cuarto puesto en la Liga y el factor cancha para la primera eliminatoria hacia la ACB. Andorra, quinto clasificado, era el rival. La criba de semifinales no empezó precisamente bien para los leoneses que en un encuentro polémico caían en el Palacio frente a su rival. Las decisiones arbitrales, discutidas para la grada, provocaron incidentes que derivaron además en el cierre temporal del Palacio. Con 0-1 y todo a una carta el Elosúa León iba a jugarse en Andorra seguir vivo. Fue un doble castigo que no obstante la fe y tesón de los de Aranzana lograban enjugar. Tocaba devolverle la moneda a los andorranos y fuera de León. La empresa era complicada aunque al final el Elosúa se salía con la suya. La eliminatoria estaba igualada y León recuperaba el factor cancha para el último encuentro y definitivo. Eso sí, a pesar de jugar de local tenía que defender ese estatus a unos cientos de kilómetros, en Lugo, donde varios miles de aficionados se desplazaban para arropar a un plantel que no quería poner fin a su sueño que cada día que pasaba contaba con más visos de certeza.

Y todo en 40 minutos que demostraron una igualdad inusitada. Cada canasta se jugaba como si fuera la última. Nadie quería perder y eso llevó a un final tan intenso y de taquicardia. Un desenlace que fue el que marcó el desenlace de esta eliminatoria y el devenir de la siguiente. A 15 segundos para el final León perdía de tres puntos y no contaba con la posesión.

El adiós parecía cantado pero en ese momento Herreras lograba recuperar el balón para pasárselo a Xavi Fernández. En el último segundo el alero recibía personal cuando armaba su brazo para anotar un triple. Personal y el alma en un vilo. El catalán, que había llegado esa temporada y que ya mostraba maneras de lo que posteriormente le llevó a ser un referente en el baloncesto nacional, no mostró signo alguno de nerviosismo. O al menos así lo hizo ver posteriormente. Anotar los tres lanzamientos era forzar la prórroga. Y Xavi no erró.

Fue un empate que llevaba al tiempo extra donde el Elosúa lograba su objetivo. Fue por apenas dos puntos pero los suficientes para presentarse en la ronda definitoria con a que iba a decidirse el nuevo inquilino de la ACB. Los leoneses habían hecho ya historia pero querían que esta contara con mayor lustre. Eso sí, por delante nada menos que un Lliria que se había cargado al gran favorito, el Caja Madrid. Y aunque parecía más exigente los leoneses lograban apuntarse los dos primeros envites. Tenían tres por delante para sumar al menos uno y lograr una plaza entre la élite. Y dicho y hecho. Ese día, el 20 de mayo de 1990 la ilusión de miles de aficionados y de toda una ciudad quedaba plasmada en la multitudinaria caravana que se desplazaba nuevamente a Lugo para completar la faena. Hasta 54 autocares y muchos más aficionados desplazados en coches particulares convirtieron a la ciudad gallega en una nueva León. Un león que rugía en todo su esplendor para, con el sol ya en su retirada, firmar una gesta escrita con letras de oro en la historia del club. La del ascenso a la ACB. No fue el único (en mayo de 2007 lograba el segundo), pero sí el primero y el que sirvió para cimentar las bases de un club que llegó a jugar en Europa y firmar excelentes campañas en la ACB. A ser el embajador de una ciudad que con su desaparición en 2012 se quedaba huérfana del deporte de la canasta en la élite. Eso sí, en la actualidad Agustinos Eras y Fundación Baloncesto León tratan de que ese vacío pueda pronto verse enjugado.

Pero, a pesar de los años, esa gesta del Elosúa con su ascenso quedará marcada en la memoria de los miles de aficionados (hasta 20.000 llegaron a celebrar su logro) y en una ciudad que a partir de ese 20 de mayo de 1990 empezó a saborear en su paladar deportivo el contar con un club en la mejor Liga de Europa.