Diario de León

Silva marea a Bielorrusia

El canario, autor del único gol, fue el más incisivo de una España a la que le cuesta mucho ver puerta.

Del Bosque cumplió ayer cien partidos como técnico de la selección.

Del Bosque cumplió ayer cien partidos como técnico de la selección.

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ignacio tylko | borisov
León

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A pesar del cansancio mental y físico de todo final de temporada, de ver las vacaciones estivales cerca y de la poca entidad del adversario, España salió con una actitud encomiable al coqueto estadio de Borisov (0-1), la novena ciudad en población de una república antiguamente conocida como la Rusia Blanca. Del Bosque supo alertar a sus jugadores para que actuaran atentos, bien despiertos, con una presión alta y sin lugar para minusvalorar a los rudos y orgullosos soldados que instruye Jatskevich. La excelente marcha de los eslovacos, con pleno de triunfos, no permitían más errores de los campeones continentales si quieren sellar el primer puesto del grupo, camino de la Eurocopa de Francia.

Costó ganar más de lo que apuntan la historia y el escalafón, pero la selección nacional aprobó un examen lleno de trampas, ya que su enemigo luchó a la extenuación, pegó sin rubor y creció tras el descanso. La victoria fue exigua, certificada con un gol de Silva, que ya suma tres en esta clasificación, pero es meritoria. Si no fue más holgada, fue por falta de definición, un mal endémico.

No hubo sorpresa en el once, el mismo que ensayó en el último entrenamiento, celebrado en Minsk, no en el escenario del partido. Destacó ver a Cazorla de centrocampista puro, cerca de Busquets, y la ausencia del atlético Koke, con menos clase que el asturiano pero con algo más de músculo y más poderoso en la ejecución de las acciones de estrategia.

El ‘gunner’ condujo muy bien a la selección, que a base de control y toque arrinconó a los bielorrusos, altos, fuertes, toscos y, lo más importante, muy limitados con el balón en su poder. Lo fiaban todo a alguna acción a pelota parada, o a un robo y un contragolpe. Por eso el técnico español insistía a sus jugadores en no hacer faltas y en no cometer pérdidas de balón en zonas peligrosas, que dificultaran el balance defensivo.

Ciertamente, Iker Casillas, de momento el titular en los duelos oficiales en detrimento de De Gea, sólo tuvo que intervenir en todo el primer tiempo para atajar un disparo, anulado antes un fuera de juego. Los españoles se gustaban pero, como les suele ocurrir, no fabricaban tantas ocasiones como se merecía su indiscutible dominio. Entre Cazorla, Silva, Cesc y Pedro, el mareo a los rivales está garantizado, pero faltaba quizá algo de rapidez y de verticalidad. A España le costó encontrar huecos porque el enemigo se cerró mucho.

Hubo entradas alevosas que se merecieron mayor sanción por parte del permisivo colegiado austríaco. Morata, notable en sus desmarques y en su capacidad para caer en banda, dispuso de la primera ocasión, pero su remate a la media vuelta se marchó fuera. Sergio Ramos también disfrutó de dos buenas opciones en sendos testarazos y Jordi Alba, el verdadero extremo del equipo en este partido, metió el miedo en el cuerpo de los bielorrusos con un disparo que se perdió ligeramente desviado. El ansiado gol, más que merecido, llegó cerca del descanso, tras una dura entrada sobre Morata después de un regate de tacón espléndido, una salida a por uvas del portero Gorbunov y un control y disparo certeros de Silva, casi tan buen rematador como exquisito en su técnica y visión de juego. El grancanario, que mezcla muy bien con Morata, había sido objeto antes de un penalti no señalado. La Roja quizá vio que todo estaba resuelto con ese gol y salió con menos intensidad tras el descanso. Y en un duelo de rompe y rasga, ese cambio de actitud, y la mayor fatiga, pueden pagarse caro. Los bielorrusos dieron un paso al frente y crearon ciertos problemas. Casillas salvó un mano a mano ante Kornilenko, el colegiado anuló un gol a los locales tras un clarísimo fuera de juego que tardó un mundo en ver su asistente y Bordachev no supo aprovechar la falta de contundencia española tras un saque de esquina. Luego, Iker se adornó en un tiro lejano. Había que cerrar el triunfo para evitar más sobresaltos pero falló la definición, seguramente por falta de oxígeno. En una contra de manual, Morata hizo lo más difícil pero careció de rapidez en la ejecución. Las dudas son un gran enemigo de los delanteros. Buscó más físico Del Bosque con Vitolo en lugar de Pedro, que antes se había ganado una amarilla por soltar un anotazo. Con el malagueño, España recuperó el dominio de la situación a base de tenerla. Misión cumplida.

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