La posesión, un asunto infernal
Luis Enrique, centro de las críticas, tras perder el control del juego ante el Rayo.
Enterró el Tata Martino a su padre en Rosario (Argentina) en una viaje intersemanal meteórico y llegó a Vallecas el 21 de septiembre de 2013 con el tiempo justo de pedir a sus entonces jugadores un fútbol más directo para aprovechar los espacios si el Rayo presionaba muy arriba y quería el balón en campo contrario. Aquel partido acabó 0-4 para el Barça, pero la posesión fue favorable al equipo madrileño por un mínimo 51 a 49 por ciento, suficiente para que el entorno azulgrana denunciara al técnico argentino por traicionar el estilo porque hacía cinco años en ese momento, 319 partidos oficiales, que el equipo azulgrana tenía más el esférico que sus rivales.
El Tata, todavía de luto, supo aquel día dónde se había metido, en un club anclado en la excelencia irrepetible de la ‘era Guardiola’ pero ya estaba condenado, algo que nunca acabó de entender.
El sábado, dos años y un mes de aquel conflicto futbolístico, el Rayo de Paco Jémez volvió a tener más posesión que el Barça, esta vez en el Camp Nou (56 a 44 por ciento, aunque hay cuentas de todo tipo) y disparando más a portería (22 veces). Se marchó con un 5-2 en contra, pero su técnico, que en la víspera ya confesó que ganar la posesión al Barça le ilusionaba, se mostró orgulloso por la actuación de su equipo. Lógicamente, a Luis Enrique volvieron a atizarle por elegir el camino más directo al gol (tiró más veces entre los tres palos) en lugar de arriesgarse a pérdidas de balón temerarias cerca del área propia, aunque también las hubo.
Eligió que Neymar y Luis Suárez se la jugaran en constantes ‘unos contra uno’ en campo rival pensando que la mayor calidad individual se iba a imponer en el marcador, como así fue, aunque la falta de puntería inicial conllevó un suspense inesperado.
Luis Enrique, aunque criticado por el pobre juego de su equipo ante el Rayo, eso pese a que las bajas de Messi e Iniesta eran las más importantes para el toque corto y el control, podría llamar al Tata Martino para agradecerle que aquella primera vez le haya servido de colchón.