Diario de León

Quien te lleva a la Peña, no te despeña

Publicado por
JESÚS ALAÑÁ
León

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Desde mi jubileo

Esa era una de las muchas frases preferidas de mi suegro Anselmo que, a la par de viejo (en el buen sentido de la palabra) era sabio de esa sabiduría nacida de las dificultades de sacar adelante una familia más que numerosa en aquéllos tiempos en que la penuria obligaba al ingenio para poder mantener a trece hijos e hijas nacidos y nacidas de la necesidad de asegurarse una vejez cubierta por quienes (todos) le querían. Mi suegra Luisa compartía (de aquélla manera) el dicho de Anselmo y (aunque fuese más blanda que él con los hijos) nunca le ‘volvió la cara’.

Esa manera de pensar, esa filosofía popular (con mayúsculas) de mis suegros, ése sacar adelante a semejante recua, me ha venido hoy a la cabeza cuando he reflexionado sobre el deporte de base, en general, y sobre algunos clubes en particular.

Por eso, fiel a mi compromiso de hablar de las dificultades a las que tienen que hacer frente los clubes modestos (sean del deporte que sean) y de la imaginación que le echan a la cosa para conseguir dineros que les permitan subsistir a espaldas de las Federaciones y de los federativos que se ponen las medallas y que se quedan con los réditos de los dineros del Deporte, quiero empezar hablando, precisamente de esa Peña que no se despeña.

Rifas, loterías, aportaciones de los padres, dineros y trabajo de los directivos (que luego, además, no aparecen en la foto), sacrificio para acompañar a los chavales, amor por el deporte y sólo por el deporte sin buscar a cambio nada y recibiendo las críticas de quienes saben generalmente poco de ese deporte y sólo piensan en que sus más próximos lleguen a lo más alto para solucionarles la vida, incomprensión (cuando no zancadillas) por parte de los entes federativos y de los medios de comunicación (en general), problemas a la hora de poder contar con apoyos por parte de las administraciones públicas (que luego se apresuran a sacarse la foto a las primeras de cambio cuando las cosas ruedan bien) jalonan su vida diaria.

Hablo de La Peña porque ahora mismo es el máximo representante del fútbol leonés en la División de Honor de Juveniles, concretamente en su Grupo Quinto. Séptimo en la clasificación de la Liga, diez partidos jugados, cuatro ganados, cuatro empatados, dos perdidos, once goles a favor y dieciséis en contra… son sólo cifras, números que nada revelan si no nos fijamos en todo lo que hay detrás… Y lo que hay detrás es trabajo callado de muchos años.

A La Peña, como al resto de los equipos del fútbol modesto leonés, habría que hacerle un monumento… a cada uno en su barrio, a cada uno en su medida, pero en una especie de homenaje al ‘Directivo Desconocido’, como los franceses tienen en su Arco del Triunfo de Champs Elysées su homenaje permanente a su ‘soldado desconocido’.

Mis suegros, Anselmo y Luisa, Luisa y Anselmo (que tanto monta, monta tanto) se hubieran merecido un homenaje mucho más grande que la puñetera medalla de plata que les concedió la Dictadura mandante por ser la segunda familia más numerosa de España… porque la medalla de plata nunca les dio de comer.

Mis suegros, Anselmo y Luisa, sacaron adelante todo un equipo de fútbol al que le infundieron tanta filosofía de vida (en las últimas horas he tenido la oportunidad de apreciar más de cerca) que ?ninguno de sus retoños han olvidado.

A La Peña, al Puente Castro, a tantos equipos leoneses que (en el mundo del fútbol) siguen teniendo directivos que sufren, trabajan y buscan el bienestar deportivo de unos chavales que han perdido la oportunidad de hacerse futbolistas en la calle (porque nuestros hijos han perdido la calle como punto de arranque de su actividad deportiva), quiero rendir mi homenaje. En mis futuras apariciones prometo ocuparme de otros deportes.

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