Diario de León

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El Ademar da otro puñetazo

Los leoneses ganan al Villa de Aranda en un partido frenético, intenso, igualado y ante un rival directo en la pelea por Europa.

El Palacio, puesto en pie, tras el minuto de silencio por los ataques terroristas de París.

El Palacio, puesto en pie, tras el minuto de silencio por los ataques terroristas de París.

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SERGIO C. ANUNCIBAY | león
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Lucha, velocidad y sufrimiento. Tres ingredientes que ayer agitó en su coctelera el Abanca Ademar para deshacerse del Villa de Aranda a los puntos (31-30), tras un intercambio de golpes constante. En un partido frenético, y sin Juanjo, lesionado en el primer minuto, el equipo leonés impuso su jerarquía ante un rival que nunca bajó los brazos, a pesar del martilleo incesante de los de Rafa Guijosa. Esta victoria allana un poco el camino hacia Europa, abre una exigua distancia con otro de los candidatos a la zona noble y deja a los leoneses en la tercera plaza, empatados con Granollers, antes de viajar a Logroño y recibir en el Palacio al Barcelona. Casi nada.

Por eso era tan importante el triunfo. Y la exigencia, como había advertido el técnico en la previa, fue máxima. Enfrente no había un convidado de piedra. Todo lo contrario. Los dos equipos volaron sobre el parqué de un Palacio entregado. Penalizaban, sin compasión, cada uno de los errores del contrario. Ahí estuvo la clave.

Los leoneses aprovecharon en la segunda parte los fallos de la escuadra visitante, más espesa en ataque, consecuencia del buen trabajo de la defensa local, espoleada por un Gonzalo Carou imperial en los momentos decisivos. También resultó fundamental la aportación de Cupara, que otra vez superó el 40% de efectividad. Está bien abrigado.

En la faceta ofensiva, Mikel Aguirrezabalaga asumió la responsabilidad cuando sus compañeros se atascaban en estático. Movió con rapidez al equipo y entre él y Piñeiro, con dos goles consecutivos, dieron al Ademar una pequeña ventaja de tres tantos (24-21) en el ecuador del segundo acto. Un pase suyo a Vieyra, después de un golpe franco, sumó una muesca más al cinturón del argentino, que se elevó sobre las alturas para perforar la red tras una jugada magistral. La locura.

Después de muchos minutos de igualdad, el conjunto marista consiguió un colchón importante. Y lo administró con madurez hasta el final del compromiso, a pesar de que los burgaleses se revolvían una y otra vez. Pero los de Guijosa no iban a echar por tierra el trabajo de 45 minutos y apretaron, si cabe, aún más los dientes para evitar cualquier conato de remontada, incluso en las inferioridades, resueltas de forma satisfactoria.

El equipo sabe sufrir. No se descompone aunque vengan mal dadas y confía en la efectividad de sus armas. De hecho, cuando enfilaron el túnel de vestuarios perdían de dos (13-15). Y eso que saltaron a la pista como un ciclón. Tanto, que Jacobo Cuétara tardó sólo cinco minutos en pedir el primer tiempo muerto, después de un parcial de 4-1. Pero pronto las fuerzas se igualaron. Una exclusión a Zildic a los 25 minutos permitió al Villa de Aranda empatar el partido (13-13). Tablas que precedieron a un carrusel de errores en ataque, principalmente de Leo Santos. Aunque el brasileño, al igual que su compatriota Acacio, no se arruga. Ni se esconde. Los dos aportaron en la segunda parte, como el resto. El equipo, una vez más, estuvo por encima de las individualidades.

CUPARA

Otra vez acabó con una efectividad superior al 40%. Estuvo bien protegido por la defensa del equipo leonés.

MIKEL

Asumió la responsabilidad en ataque cuando se atascaba el juego posicional. Y se sacrificó en defensa.

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