Diario de León

BALONMANO

Los que cogerán el testigo de Juanín

Cerca de 150 promesas entrenan a diario en las categorías de base del Ademar Su reto: despuntar y llegar a la élite.

Cerca de 150 jóvenes promesas entrenan en las categorías inferiores del Abanca Ademar. FERNANDO OTERO

Cerca de 150 jóvenes promesas entrenan en las categorías inferiores del Abanca Ademar. FERNANDO OTERO

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georgino fernández | león

Los focos iluminan habitualmente a los Carou, Cupara, Carrillo, Juanín o Juanjo pero como siempre la fotografía —en este caso la del Abanca Ademar— tiene otros muchos elementos de interés; sin duda más alejados de la luz, pero fundamentales en la buena salud y fortaleza del edificio marista. Son la base, los cimientos del equipo. Y nunca mejor dicho. Ellos son los que cogerán el testigo de todos esos nombres históricos que han puesto al Ademar en un lugar preferente en el planeta balonmano.

Tres equipos de infantiles, dos de cadetes, dos de juveniles y el filial del ULE Ademar configuran la cantera marista. En total son cerca de 150 jugadores con edades comprendidas entre los trece y los veintipocos años. Y todo ello sin pasar por alto el convenio de colaboración con el BM Cuatro Valles.

Diego Dorado, segundo entrenador del equipo leonés y coordinador de la cantera marista, considera que goza de buena salud. «Yo la veo bien. En todos los clubes el fomento de la base es imprescindible y en el caso del Ademar los datos son claros: ahora arriba tenemos a varios jugadores de la cantera reciente como José Mario Carrillo, Mario López y Rodrigo cogiendo cada vez más peso. Y otros como Javi García y Jaime adaptándose poco a poco a la élite».

Y detrás viene otra generación pegando fuerte. «Creo que estamos trabajando bien y vienen por abajo mimbres buenos; gente que despunta pero hay cogerlos con calma, guiarlos y trabajarlos para que no se pierdan por el camino», indica Dorado con la experiencia que dan los años. ¿Alguno en especial? Rehúye este capote el coordinador con buen criterio. «No me gusta dar nombres porque puede haber malos entendidos. Pero tenemos a bastantes jugadores en las selecciones territoriales y el pasado verano fueron tres a la selección cadete de primer año. Hay un grupo donde está un poco la esencia y otros que sin duda apuntan buenas maneras».

Comentaba con cierto pesar hace algunos años Manolo Cadenas que el problema de la base estaba en el físico. Abundan los jugadores rápidos y técnicos pero escasean los que pueden poner en la balanza kilos y centímetros. «El componente genético para llegar a la élite es importante. Si cogemos los perfiles de la gente de alto nivel, la altura y la fuerza son básicos para llegar; tenemos muchos jugadores muy buenos pero que al carecer de ese factor no llegan. La altura es imposible porque es genético pero la fuerza sí se puede mejorar y desde la época cadete la empezamos a trabajar de forma sistemática para que cuando lleguen al primer equipo puedan sacarle todo el rendimiento».

Con esas promesas de quince años primero se hace un trabajo de adaptación a la fuerza que consiste en autocargas con el propio cuerpo: flexiones, saltos, sentadillas... todo sin kilos y sin pesas. «Cuando vemos que ese trabajo el jugador lo acepta bien le empezamos a poner kilos y pesas. Y de cadete para arriba aumentan la carga», dice Dorado.

Para coordinar a todo este talento joven el Abanca Ademar cuenta con un entrenador y su segundo en cada uno de los equipos. «Estamos hablando de 16 técnicos a los que habría que añadir la figura del delegado, que en algún caso doblan tareas. Somos veinte personas trabajando. La labor de los entrenadores y también la de los padres, con su implicación, es de alabar».

El esquema de trabajo desde infantiles hasta la ULE está perfectamente coordinado en una misma línea para formar al jugador en los parámetros deportivos establecidos por el club. «El jugador debe conocer que aquí se defiende de una determinada forma y debe controlar los sistemas de juego porque ahí van los valores del Ademar: defensa dura, correr e intensidad Se les inculca bien para que en el futuro brillen esos valores que siempre han identificado al Ademar».

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