El 'circo' de la F-1 se estrena en el precioso jardín de Melbourne
Hamilton y Rosberg, con las portentosas 'flechas de plata' de Mercedes, parecen no tener rival ni siquiera en el renovado y poderoso Ferrari
Es ya una tradición. Son ya 20 años acogiendo la carrera inaugural delMundial de F-1. Ningún lugar más alejado de Europa queAustralia, pero ninguna ciudad mejor que Melbourne para acoger el primer gran premio. El carácter de los australianos, su pasión por el motor, el animoso y ajardinado ‘paddock’ de Albert Park, sus incomparables alrededores… Es el lugar perfecto para empezar, el escenario para disparar una foto nítida, certera para adivinar cómo finalizará el mundial diez meses después en Abu Dhabi. Apartando de la lista el 2006 (fue la tercera carrera del mundial), el GP de Australia siempre ha señalado al coche ganador del mundial, bien como vencedor de la carrera, o como autor de la pole. Ahora que las apuestas online se han popularizado, hay una jugada casi segura: si un coche alcanza la pole y gana la carrera de Australia, será casi con toda seguridad, el vencedor del mundial.
Y todo apunta de nuevo a Mercedes. Las dos semanas de test enBarcelona no hicieron sino confirmar el impresionante ritmo de las ‘flechas de plata’, muy difícil de seguir para Ferrari que, sin embargo, parecen haber estrechado la ventaja respecto a los coches alemanes (perdón al coche inglés adornado con una estrella) a una vuelta, en clasificación. Por ahí llegará más emoción, más incertidumbre en el arranque del mundial también bajo un formato nuevo. Las tres mangas de clasificación (Q-1, Q-2 y Q-3) incluyen ahora la eliminación del piloto con el peor tiempo cada minuto y medio, algo parecido al ciclismo en pista: cada vuelta un eliminado.
Esa es una de las medidas, de las polémicas medidas, adoptadas por el campeonato para mejorar el espectáculo. Otra es la libre elección del número de neumáticos de cada compuesto de los tres (el año pasado eran dos) propuestos por Pirelli en cada gran premio que los pilotos realizan de forma individual y que, en principio, deben originar más variedad de estrategias. La tercera y, quizá, la más importante, es una nueva vuelta de tuerca en las limitaciones de las comunicaciones por radio entre el piloto y su ingeniero a lo largo de la clasificación y la carrera. Los pilotos deberán ser más autónomos para administrar el consumo de gasolina, o la temperatura de neumáticos y frenos, entre otros parámetros.
Más dificultades, en principio, para una mayor criba, aunque finalmente, ganará el mejor piloto con el mejor coche, y ese binomio apunta directamente a Lewis Hamilton y Mercedes camino de su tercer título consecutivo, el cuarto para el inglés, con un tetracampeón, Sebastian Vettel, tiñendo de rojo los retrovisores del astro inglés que no ha reducido en absoluto su apretada agenda de eventos en una vida social que nos e recordaba en un piloto de F-1 casi de los años 70.
LOS ESPAÑOLES
Fuera de esa lucha por las victorias entre Mercedes y Ferrari se dibuja un grupo más o menos compacto de escuderías que protagonizarán el segundo gran foco de interés. Williams, Force India, Toro Rosso, Red Bull y McLaren están llamados a soñar con podios y dirimir esa lucha entre el tercero y el séptimo. Carlos Sainz y Fernando Alonso se emplearán de lleno en esa lucha. El joven madrileño afronta su segunda temporada en F-1 convencido de que el cambio del motor Renault por el Ferrari le otorga más velocidad y fiabilidad, dos armas para que su talento brille en posiciones más altas que el año pasado, para que su feroz y fraticida duelo con Max Verstappen juegue un papel más predominante que en el 2015, una lucha de la que los equipos grandes estarán pendientes para elegir quizá a finales de este año, quizá del que viene, el reemplazo de la generación de los 80, de los Jenson Button, Kimi Raikkonen, Felipe Massa… y quién sabe si Fernando Alonso.
El asturiano lo tiene claro: “Seguiré en 2017 si veo que puedo ser campeón con McLaren”. para ello debe experimentar una gran evolución a lo largo del campeonato, de las probables averías y los sinsabores en las primeras carreras, a aspirar la podio en la segunda mitad del mundial.
LOS NUEVOS
Fuera de esa batalla entre tercero y séptimo se coloca Renault en su regreso a la F-1 tras la recompra del equipo de Enstone —llamado Lotus en los últimos años— con el que ya alcanzó dos títulos en 2005 y 2006. Su papel parece adjudicado entre ese grupo y el de los equipos de cola con la nueva escudería Haas, radicada en EEUU, un mercado que tradicionalmente se resiste a la F-1, y los Sauber, con el farolillo rojo ¿o no? de los Manor, esta vez equipados con motor Mercedes. Los pilotos del equipo ruso, Pascal Wehrlain (protegido de Mercedes) y Rio Haryanto son dos de los nuevos de la parrilla, junto a Joylon Palmer. Esteban Gutiérrez y Kevin Magnussen vuelven a la elite tras un año casi en blanco, pero ninguno de ellos tiene, a priori, el brillo, el carisma o el talento para pensar en volantes mejores de cara a las próximas temporadas, para apartar la mirada de la batalla por el título entre Mercedes y Ferrari, del duelo entre Sainz y Verstappen o la incertidumbre de saber hasta dónde puede llegar el McLaren de Alonso.