La ética de todas las luchas
Colectivos entregados a la defensa de valores del patrimonio natural y cultural de nuestras tierras compartieron los de la lucha ‘más que deporte’.
A. Barreñada | León
Un espacio circular, sin lugar preferente alguno, en el que los que se reúnen comparten causas, intereses, empeños comunes, es vieja fórmula de muchas culturas tradicionales, también de las asambleas de nuestros pueblos, de los concejos abiertos, y es también el lugar común de los que han vivido «en corro». El luchódromo «Ciudad de León» convocó a los participantes en la actividad con la que se completaba, en la tarde del sábado, el «V Festival Mundo Ético». En ese lugar, con esos referentes, la lucha leonesa se exhibía y mostraba, de manera breve y sencilla, algo de lo que desde ella forma parte de la «ética de nuestra tierra», «el poder grande de lo pequeño».
Muestra de mañas y maneras de los agarres y un a modo de «Montaña-Ribera» servían a ese fin. Dieciséis luchadoras y luchadores de todas las edades dispuestos para ofrecer, de la forma más generosa, esa lección de valores preservados en lo que, como volvía señalar Fulgencio Fernández, «no es un deporte», solamente. Dos de los de menos años y mayor entrega, Víctor Rodríguez y Javi Mondelo, montañés y ribereño, elegían sus compañeros de equipo y eran los primeros en cogerse al cinto. El vencedor sigue en el corro, para recibir al siguiente rival, y según ese antiguo y afortunadamente renovado modo tradicional, hasta que sólo uno quede en pie. Fueron también un montañés y un ribereño, un sénior de asentada experiencia y un juvenil de espléndido futuro ya hecho presente, los que afrontaron el combate decisivo. Para quienes veían por primera vez aluches, la última imagen disfrutada enlazaba de la mejor manera con cuanto formaba parte de su foro de encuentros y debates: el gesto noble de vencedor y vencido, cuando lo que importa es la Lucha.