Lidia regresa a casa con su equipaje de bronce
La berciana ya está en España tras hacer historia para la halterofilia nacional en los Juegos Hoy se trasladará junto a sus padres a Camponaraya, localidad que ya prepara un homenaje para su gran campeona.
MIGUEL ÁNGEL TRANCA | LEÓN
Lidia Valentín ya está en España. Y con la histórica medalla de bronce para la halterofilia española lograda en los Juegos a buen recaudo. Ayer la haltera de Camponaraya arribaba en Madrid con una sonrisa que reflejaba las sensaciones de satisfacción y orgullo que a ella y a los miles de personas que siempre han confiado en sus posibilidades les reportaba su actuación en Río. Poco más de dos días después de su éxito Lidia ya está en casa donde en los próximos días le espera una cascada de recibimientos y homenajes, el primero en su localidad natal, Camponaraya, a la que se trasladará hoy junto a sus padres (regresan hoy de los Juegos).
La flamante medalla de bronce, metal que tenía bien guardado en su mochila, llegaba a Barajas a las 9.50 horas liderando una expedición de una quincena de deportistas que han pujado por la gloria olímpica. Lo hacía dejando a un lado el cansancio propio de una competición intensa y de que tras su éxito apenas ha podido dormir unas horas. En el viaje desde la ciudad carioca ni un minuto. Porque como toda una campeona Lidia se convertía en la protagonista del vuelo. No en vano no todos los días en un avión viaja una flamante medalla en los Juegos. Hasta el comandante del vuelo solicitaba su presencia en la cabina a la que invitaron no sólo para que durante unos minutos presenciara la aproximación a territorio español, también el aterrizaje en Barajas. Autógrafos, fotos y un buen número de felicitaciones complementaron el equipaje de la berciana a la que ya en la T4 del aeropuerto español repitieron los agasajos decenas de aficionados y admiradores que no perdieron la ocasión de hacerse fotos junto a una de las elegidas, una de las pocas deportistas que han logrado sumar una presea en el casillero de los Juegos para la delegación española.
Fotos y más fotos, muchas de ellas selfies, para hacer más llevadera la espera de casi una hora hasta que Lidia pudo recoger su equipaje de la cinta. Eso sí, la medalla la tuvo siempre en su poder en una mochilla que la campeona no perdió de vista todo el tiempo.
Accesible a todos, sin apagar en ningún momento la sonrisa y saboreando su éxito que ha querido compartir con todos, la haltera berciana se dirigía rumbo a la residencia Blume en la que podrá descansar de tantos días de ajetreo, pero sólo por unas horas ya que hoy, cuando sus padres regresen de Río donde han estado arropándola en su periplo olímpico, emprenderá rumbo a su tierra, su casa en Camponaraya donde recibirá un merecido y emocionante recibimiento que el Ayuntamiento encabezado por su alcalde Eduardo Morán le han preparado con todo cariño. El homenaje quedará para fechas venideras ya que se pretende que sea por todo lo alto, como se merece la más ilustre de las vecinas y toda una medallista en los Juegos.
Para Lidia será un día emotivo como lo fue el viernes pasado cuando lograba por fin subir a l podio en los Juegos. Esa imagen lo la borrará nunca y todos los que han estado a su lado. Era el premio a tanto trabajo y entrenamientos para superar una lesión que amenazó su presencia en Río. Bien es cierto que la haltera leonesa cuanta ya con un oro en Londres que la Federación debe oficializar en las próximas fechas tras la descalificación de las tres halteras que la precedieron a las que se les ha descubierto la trampa del dopaje. Pero para ella el poder estar en un podio disfrutando de un momento tan especial era un reto que por fin, y con sus padres como testigos en el recinto deportivo y su familia, amigos y fans a unos miles de kilómetros era lo máximo. Lo cumplió con una actuación sobresaliente que tuvo como premio la medalla de bronce, una presea que colgará en uno de los lugares más relevantes de su casa y a la que escoltarán otras muchas que Lidia ha logrado a lo largo de su brillante trayecto deportivo tanto a nivel internacional (dos títulos de Europa incluidos) como nacional.
Eso será dentro de unos días cuando la vorágine de su éxito se diluya un poco y Lidia pueda iniciar unas merecidas vacaciones. La berciana se las merece tras más de diez meses de intenso trabajo dirigidos a un objetivo, los Juegos. Antes recibirá todo el cariño de sus paisanos como ayer decenas de aficionados le tributaron en Barajas donde, por cierto, no estuvo presente ningún representante federativo. Tampoco del CSD o del COE. La medalla de la leonesa se merecía al igual que su esfuerzo y el de los otros deportistas que regresaron de defender los intereses de España en Río la presencia para su recibimiento oficial. Lidia ni le prestó importancia aunque los detalles a veces son más importantes que una foto.
Y más cuando la flamante medalla de bronce en los Juegos tenía que trasladarse con todo su equipaje, incluida la medalla de bronce, a la residencia Blume. Un reportero gráfico fue el encargado de hacerlo ante la ausencia de un transporte auspiciado por los organismos deportivos competentes.
Fue el único lunar de un regreso que devuelve a la haltera de Camponaraya a España tras su brillante periplo en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro. Lidia ha sido precisamente hasta ahora uno de los cinco deportistas que han hecho posible que la bandera de España ondee en una ceremonia de entrega de medallas. Su bronce tuvo la culpa. Un éxito más para una deportista que acumula trofeo tras trofeo y que aún tiene un camino largo por recorrer plagado de más triunfos. La primera haltera española que logra una presea en unos Juegos tiene cuerda para rato como ha demostrado y seguirá haciéndolo. Desde el viernes con un bronce presidiendo su palmarés para satisfacción y orgullo propio y el de miles de aficionados que han disfrutado con su entrada en el Olimpo.