De partidos y victorias

C omo es lógico, cabe pensar que los partidos que se juegan son para ganarlos, para conseguir la victoria. Todo equipo que entrena, tiene como objetivo siempre ganar el partido que juegue. Después de ese principio, ya podemos pensar u opinar que hay otros factores que van a intervenir en el resultado final; pueden ocurrir hechos determinados, puede haber suficiente diferencia de potencial entre los conjuntos que se miden, o simplemente puede perderse un partido, porque si. Nadie en el deporte, sea cual sea, está libre de perder cualquier partido, aunque la máxima sea ganarlo.

Bien, este pasado fin de semana quería fijarme en dos partidos que han arrojado un final extraño, o por lo menos un desenlace diferente a lo que en las casas de apuestas pensaban que iba a ocurrir.

Quería hablar del Barcelona, el equipo que domina la competición nacional de manera abrumadora, pero que en la Champions es uno más de la terna de ocho equipos con capacidad para ganarla. Pero ese Barcelona, que hace dos años ganó la competición europea con un gran juego en la Final Four, ha perdido potencial. Gente joven, un relevo el que se ha dado al equipo, le hacen ser más vulnerable, y se puede reflejar en algunos resultados incluso de Asobal donde ha sufrido de lo lindo. Bien, pues han sido capaces de ganar al Veszprem, todopoderoso conjunto húngaro, y se mantienen líderes de su nada sencillo grupo sin conocer la derrota.

También quería hablar del Ademar, que cosechó otro resultado que sin ser alarmante por la rareza del mismo, si que ha sido un golpe de autoridad a la Liga y a los máximos rivales, por conseguirlo fuera de casa y ante un gran conjunto.

Ganar en Granollers siempre ha sido difícil, muy complicado por la tradición que tiene el equipo catalán, pero hacerlo de la manera en que se consiguió el sábado, llama al más puro optimismo con nuestro equipo, que se hace enorme frente a los grandes. De jugar partidos y de conseguir victorias va el tema, y que siga.