El Madrid resuelve a medio gas

ÓSCAR BELLOT | MADRID

Al Real Madrid le bastó con su ‘cara B’ para aniquilar a un Espanyol (2-0) que volvió a ser un flan en el Santiago Bernabéu, estadio en el que lleva sin ganar desde 1996. Victoria tan lejana en el tiempo que fue contemplada desde el césped por un Quique Sánchez que por entonces vestía la elástica blanca y que ayer asistió desde el banquillo ‘perico’ a otra actuación inoperante en ataque del cuadro visitante en el coliseo madridista.

Salieron los blancos con siete cambios respecto al once alineado frente al Nápoles. Y le costó entrar en el partido, afectado por tanta novedad, obligando a un continuo diálogo entre los jugadores para recolocar las piezas. No sufría, en cualquier caso, ante un Espanyol más pendiente de cerrar espacios que de buscarlos en campo ajeno. Fue concediéndole así al cuadro local el tiempo que precisaba para ir ganando metros. La presencia de Morata y de Lucas Vázquez dotó de máxima movilidad al triunvirato ofensivo dispuesto por Zidane. El mayor regocijo lo sentía un Cristiano Ronaldo que aparecía por todos los lados. Por el costado izquierdo, con una preciosa elástica con caño incluido que provocó exclamaciones de asombro por parte del público. O por la derecha, con un centro-chut que desvió Duarte cuando Morata se disponía a embocar solo junto al palo izquierdo. Lo que le negó el zaguero costarricense lo encontró el canterano blanco tres minutos después al rematar de cabeza un centro que le puso Isco desde la derecha con una rosca milimétrica.

El cabezazo con el que Morata estrelló el cuero en la red permitió al Madrid de Zidane marcar un nuevo hito. Con él encadenan los blancos 42 partidos consecutivos viendo puerta, pulverizando el récord de 41 que habían alcanzado en tres ocasiones anteriores: 1952, 1989 y 2012.

El conjunto ‘perico’ apenas había inquietado a la defensa del Real Madrid en el primer tiempo. Trató de enmendar la carencia de amenaza ofensiva Quique Flores retirando a Reyes en el descanso para dar entrada a Hernán Pérez y adelantar la posición de Gerard. El encuentro, empero, seguía disputándose en la mitad del campo que defendía el Espanyol. Sólo la falta de puntería local mantenía la esperanza visitante. Pudo negársela Cristiano en el 68, pero su remate de cabeza se marchó alto.

Era el turno de Bale. Casi tres meses después de su lesión, Zidane dio entrada al galés a fin de que cogiese vuelo. Morata cumplió con lo que se le demanda y otro tanto hizo Bale, a quien le bastaron 13 minutos para marcar el gol que daba tranquilidad al Real Madrid.