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El balonmano se va al pueblo

Sariegos y Villaquilambre. El balonmano leonés siempre se ha asociado a la capital. La cantera del Ademar y del Cleba, los Maristas o las Escuelas Deportivas lo copan todo. Pero hay empeño en demostrar que hay vida y talento a unos pocos kilómetros y por eso han puesto en marcha las escuelas de Sariegos y Villaquilambre. Ya son cien y creciendo..

La escuela de Sariegos cuenta en sus filas con setenta entusiastas. MARCIANO PÉREZ

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León

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georgino fernández | león

‘Creced y multiplicaos’. El viejo precepto bíblico tiene también su aplicación en el balonmano leonés de base. Hay gente empeñada en sacarlo de su espacio de siempre en la capital —Maristas, Escuelas Deportivas...— y llevarlo a los pueblos de los alrededores. Fruto de esta ambición expansionista es la puesta en marcha de dos escuelas en Sariegos y Villaquilambre con setenta chavales la primera y treinta la segunda con edades comprendidas entre los siete y los 16 años de edad.

Como en los reportajes que salen ahora el balonmano deja la ciudad y se va al pueblo. Y a la llamada de esta campana han acudido ya un centenar de ‘fieles’ entre los que —tal vez— salga algún día el heredero de Juanín.

Aunque cercanas en el tiempo tienen orígenes diferentes. La de Sariegos empezó a tomar cuerpo hace unos tres años por la determinación del entrenador leonés Juan Moreno —ex seleccionador de Chile— empeñado en difundir el deporte de sus amores fuera de los muros de la ciudad y en captar talento joven en otros sitios.

Su mensaje no cayó en saco roto y en poco tiempo se formaron dos grupos de veinte chavales. La raíz estaba ya arraigada y este año el técnico Javi Callejo (entrenador de base del Abanca Ademar) le dio un nuevo impulso al asunto con la ayuda de Juan José Sampedro, profesor de Educación Física del colegio de Sariegos. «Hemos aumentado el número a setenta practicantes. El triple del año pasado a este», comenta con un evidente tono de orgullo.

En Sariegos, con él al frente, entrenan dos días a la semana los martes y jueves en el pabellón municipal. Siempre por la tarde, una vez acaban el colegio de cuatro a siete y media. En Villaquilambre, lo hacen los martes y viernes, de cuatro a cinco media en Navatejera en las pistas del colegio Villa Romana. Van llegando por edades; primero los pequeños de siete años y los últimos los que están en la frontera de los 16.

La experiencia le ha permitido a Callejo extraer más de una lectura psicológica. «Realmente no son niños difíciles de controlar; la sensación de ser de un pueblo no tiene nada que ver con los de León ciudad. No sé muy bien como decirlo pero lo veo así. Estos van solos a entrenar, van andando o en bici, algo que en la ciudad impensable. Niños algo mayores que otros no son nada abusones cuando juegan un partido, al contrario. Creo de verdad que tienen un algo diferente. Aquí todo es más familiar, todos se ayudan y todos son muy receptivos a lo que les dices. Es un ambiente muy positivo el que existe en estas escuelas», dijo convencido Callejo.

Para quienes tengan más cualidades y deseos de mejorar el paso adelante en su formación sería la cantera del Abanca Ademar o del Cleba, pues ambas escuelas están abiertas a niños y niñas. En el de Sariegos entrenan 20 niñas y en el de Villaquilambre siete.

«Seguro que los hay con cualidades, niños y niñas. Si en un futuro están dispuestos a ir y venir a León podrían entrar en la cantera. Hay algunos que destacan mucho pero luego nunca sabes si llegarán o no porque en esto al margen del talento individual hay un componente alto de trabajo. El talento se tiene o no se tiene pero el trabajo da cosas. Alguien con talento y trabajador es lo que queremos porque es el que llega».

Callejo llegó como entrenador a Sariegos para suplir la baja del primer técnico. «Necesitaban un entrenador porque se quedaron sin él a mitad de año y me avisaron a mi. Y a partir de ahí empecé con ese grupo para ir creciendo». La de Villaquilambre fue una iniciativa suya. «Hay tres colegios, Nava, Villaobispo y Villaquilambre con un gran número de alumnos y el año pasado comenzamos con la captación de niños en esos colegios. Para conseguirlo hicimos un club en Villaquilambre, el Club Deportivo Zardino. El año pasado éramos ocho y ahora tenemos treinta».

Su reto de difundir el balonmano funciona. «Les veo contentos de practicar este deporte. Les gusta mucho, se mantienen los que se apuntaron de inicio y poco a poco van llegando más. Creo que es un síntoma de que se están haciendo bien las cosas». Obviamente no está solo en esta tarea por eso le gusta reconocer la ayuda que le prestan dos monitores en Villaquilambre para los entrenamientos, Raúl Fernández y Jorge Couceiro. «Y también —añade— la colaboración total de los dos ayuntamientos, tanto Sariegos como Villaquilambre, que se han molestado mucho en echarnos una mano».

¿Y el futuro más inmediato? Pues apunta en dos direcciones. Una, continuar creciendo y afianzando el balonmano en Sariegos y Villaquilambre y por otro lado crear nuevas escuelas en los municipios cercanos. «Hay núcleos como San Andrés, Trobajo o Villabalter con 30.000 habitantes, que es muchísima gente y no hay escuelas», explicó Callejo.

Ahora funciona una liga provincial que depende de la Diputación y sólo cuenta con cinco equipos: dos de Sariegos, dos de Villaquilambre y uno de la Virgen del Camino. «La idea es que salgan tres equipos más y hacer una liga más amplia de ocho equipos, con chavales con edades de ocho a doce años», añadió por último.