Diario de León

FÚTBOL | LIGA DE CAMPEONES

El Madrid saca billete a Cardiff

Atlético 2 - Real Madrid 1

Sergio Ramos y Varane celebran el pase del Real Madrid a la final de la Liga de Campeones que se disputará en Cardiff. JUANJO MARTÍN

Sergio Ramos y Varane celebran el pase del Real Madrid a la final de la Liga de Campeones que se disputará en Cardiff. JUANJO MARTÍN

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IGNACIO TYLKO | MADRID

No sin cierto sufrimiento y suspense, ya que jugó con fuego en un comienzo del partido en el que el impetuoso Atlético le pasó por encima y le endosó dos goles en un cuarto de hora, el Real Madrid hizo buenos los pronósticos, se subió a lomos de Isco y de Benzema y se clasificó para su tercera final de Champions en cuatro años (2-1), la decimoquinta en su gloriosa e inigualada historia.

Se verán la caras el 3 de junio en Cardiff con la Juventus, esa vieja señora a la que ya derrotaron los blancos para alzarse con la ‘séptima’ en Amsterdam. Ganaron la vuelta los colchoneros, guerrilleros imbuidos de esa fe inquebrantable que les enseñó Simeone, su mesías, y despidieron, dignísimos, el Vicente Calderón tras más de medio siglo de vida y 50 partidos en Copa de Europa. No les llegó para la mayor remontada conocida en semifinales, pero aplaudió su parroquia el irreprochable esfuerzo de sus ídolos. Siempre quedará, empero, la duda de lo que hubiera ocurrido si con 2-0 el Atlético llega a seguir en modo enloquecido en lugar de recular y darle el balón al Madrid y por ende a Isco. Seguramente el campeón continental estaría también en la final porque tiene más calidad y ese vertiginoso ritmo era inigualable, pero de nuevo surge alguna duda sobre el manejo Simeone ante un rival que completó su ‘manita’ ante el vecino capitalino en cinco eliminatorias o finales europeas.

Este tipo de choques no suelen ajustarse a los cánones establecidos, y más si se trata de un derbi en el que hay tantas cuentas pendientes. Uno de esos partidos de rompe y rasga, intensísimos y con un sinfín de jugadas al límite del reglamento y protestas desmedidas infinitas. Un duelo en el que el turco Çakir se vio obligado a arbitrar una guerra sin tregua posible a estas alturas y con tanto dolor acumulado en las filas rojiblancas después de dos finales perdidas de forma dramática y ese gol de Chicharito que tumbó a los de Simeone hace dos campañas en cuartos. Y del tremendo triplete de Cristiano en el primer asalto.

Con todo perdido, el Atlético salió a toda mecha, sin presión alguna. Y acongojó al Real Madrid, al que avasalló en un inicio frenético marcado por las carreras del belga Yannick Carrasco. Koke tuvo la primera, bien salvada por Keylor, antes de que Saúl, el mejor de los colchoneros en esta Champions, anotase, de cabeza, a la salida de un córner. Oblak hizo un paradón tras cabezazo de Casemiro y Godín agarró por el cuello a Ramos en un penalti que se fue al limbo, pero el Atlético había llevado el partido a su terreno. Y mucho más cuando Varane cometió una pena máxima evitable por derribo a Torres y Griezmann marcó tras resbalarse y golpear en semifallo.

Apenas se había cumplido el primer cuarto de hora y al Atlético sólo le faltaba un gol para igualar la eliminatoria.

Comenzó entonces otro partido. En lugar de seguir mordiendo a su enemigo arriba, los colchoneros decidieron dar muchos pases atrás, tomarse un respiro y darle el balón al Real Madrid. A toro pasado, fue un error. Es cierto que los de Zidane apenas generaban ocasiones, pero sabido es que necesitan muy poco para marcar. Cerca del descanso, Benzema, hasta entonces desaparecido, realizó una jugada extraordinaria. Aprovechó un error de Godín, se marchó junto a la línea de fondo de tres centrales, se la dio a Kroos y luego Isco remachó tras un paradón de Oblak. Tras un ejercicio de supervivencia, el Madrid estaba de nuevo feliz, con pie y medio en Cardiff.

Sin hacer nada extraordinario, el Madrid gobernó con solvencia la situación, y sobre todo la eliminatoria, en la segunda mitad. El Atlético lo intentó de todas formas, pero sus jugadores estaban muertos física y mentalmente. Y eso que su gente les apoyó hasta la muerte. El Madrid no generaba ocasionesm, pero Isco ya era el amo del balón y Gabi rozaba la roja en cada entrada. Simeone buscó más zancada y velocidad con Thomas, de nuevo lateral derecho, y Gameiro. Pudo haber aún más emoción si Keylor no salva dos remates que parecían gol o gol de Carrasco y el punta francés, pero la suerte estaba echada.

Fue un duelo enorme, tenso, emocionante, duro. El Madrid peleará merecidamente por ser el primer club que conquista dos veces la Champions de forma consecutiva y el Atlético se despierta de otro sueño, pero puede estar orgulloso de lo que representa.

El Calderón se cerró con un diluvio. Lo festejaron los blancos, capaces de marcar en 61 partidos seguidos, y los colchoneros tuvieron que volver a salir al terreno, como los toreros.

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