Del ¡Toni quédate! al Gallar no falla...
La plantilla se despide de la afición con una vuelta al campo y al grito de campeones.
PABLO RIOJA | LEÓN
Uno a uno, todos los integrantes de la plantilla culturalista fueron ayer aclamados por la afición al término del partido en otra celebración que hasta hace nada sólo podíamos gozar a través del plasma y con equipos ajenos. Pero ahora era de verdad, con speaker a pie de campo y todo. Gallar y Toni fueron los más aclamados. El primero porque tiene acongojados al 90% de porteros de Segunda B y el murciano para que se moje y diga no a su hipotético regreso al Valladolid.
Aunque el becerro de oro al que los leoneses han declarado idolatría eterna es Rubén de la Barrera, que incluso en las tardes más tontas tiene el don de arreglar sus propios entuertos. Toda la plantilla lo manteó hasta encumbrarlo al cielo de Segunda. El purgatorio quedaba ayer mucho más lejos y el infierno de Tercera en una mala noche de verano. ¡Qué poco dura la vida eterna! que diría Sabina.
La gente tenía ganas de más, por aquello de más vale pájaro en mano que ciento volando. Y fue así como una nueva vuelta al ruedo y algún capotazo de Iván González se ganaron los últimos ¡olés! de la temporada. Y el año que viene, Dios dirá. Pero el Reino ha calentado motores estas últimas semanas para emular a las hinchadas más puestas en esto de levantar los partidos. Hay que pulir alguna consigna, pero las bases están puestas.
Ya con menos focos apuntando, los jugadores celebraron el campeón de campeones por todo lo alto. Una victoria poco sufrida, sin heridas de guerra y con ‘tintes’ de amistoso que sin embargo demostró que la Cultural ha sido el equipo más goleador de la categoría, que sus contras son sencillamente mortales y que como los grandes, basta con poner una marcha más y a Mario Ortiz en el centro del campo para que la energía fluya. El cántabro, por cierto, fue otro de los ensalzados por la grada junto a Benja.
Fueron muchos los que esperaron a la salida del estadio para darle un gracias más personal y cercano a ‘sus jugadores’. Las fotos y los autógrafos se han convertido en el pan suyo de cada día. El viejo Reino cabalga de nuevo.