Nadal es el rey de Nueva York
El balear suma su tercer entorchado en el Abierto de Estados Unidos tras imponerse en la final a Anderson por 6-3, 6-3 y 6-4 El número uno ya acumula 16º Grand Slam.
MANUEL SÁNCHEZ | NUEVA YORK
Como si de un domingo en el campo se tratase. Nadal llegó a la Arthur Ashe como quien entra en Central Park y se sienta en la hierba a tomar un picnic. Él puso el mantel, los cubiertos y el ritmo. Anderson solo ofreció algún destello lejano, y fue Rafa Nadal el que se llevó la copa a casa.
El balear derrotó a Kevin Anderson (6-3, 6-3 y 6-4) y sumó su tercer Abierto de Estados Unidos (2010 y 2013) y el decimosexto ‘Grand Slam’ de su carrera. Como diría Luis Aragonés, Nadal salió a ganar, ganar, ganar y volver a ganar y lo hizo desde el calentamiento. Solo los números asustaban. Mostraba en su palmarés 15 grandes por ninguno del sudafricano y, su estatus una leyenda del deporte y del tenis, en un mundo en el que el número 32 del mundo solo pudo ser un mero espectador.
Un invitado inesperado a una fiesta organizada por y para Nadal en la que el público animó al sudafricano en momentos puntuales, solo para amortizar el precio de la entrada. Woods, Gates, Edberg y otras grandes celebridades reunidas en Nueva York se quedaron con ganas de más, en un partido que duró dos horas y media. Nadal vistió de negro. Dentro de las miles de supersticiones y manías del balear, prefirió el negro, con el que ya ganó aquí en 2010, al rosa habitual que vistió en la sesión de día.
Poco a poco se asentó en la pista y en unas condiciones que, a priori, le favorecían. Sol en Nueva York y techo abierto. Pese a ello, la fuerza del saque de Anderson se impuso en los compases iniciales. Nadal restaba casi en la pared de fondo, y el sudafricano asestaba a más de 210 kilómetros por hora. Una fuerza y unos porcentajes al servicio que difícilmente se mantienen en un partido a cinco sets y más si enfrente está el tenis erosionador del tres veces campeón en Nueva York. Nadal llevó el partido a su terreno y alargó hasta la extenuación los intercambios. Tras 45 minutos de partido, se habían disputado seis juegos. Y ahí, el manacorense hizo ‘click’. En el séptimo juego, a Anderson se le cayó una pelota del bolsillo en mitad de un punto, situación atípica y que obligó a repetirlo, lo que supuso una predicción de lo que iba a ocurrir. A Anderson se le cayeron las armas y y cedió su saque en la quinta oportunidad de rotura del balear, con lo que entregó el set y la actitud. Nadal enganchó cuatro juegos consecutivos (6-3) y con una rotura en el segundo y otra en el tercero, asestó la estocada definitiva y encogió a un Anderson que solo pudo darse algún gustazo.