El triunfo de una afición que cree en los milagros

sergio c. anuncibay | león

La afición del Abanca Ademar demostró ayer una fe inquebrantable en su equipo, que arrastra una legión de fieles cada vez que necesita el aliento de una grada que agradece el esfuerzo. Más de 3.000 personas acudieron en procesión a un Palacio que vibró como hacía tiempo. Y eso que enfrente estaba un Barcelona intratable. Los azulgrana llevan más de cuatro años sin perder en España.

Pero eso a los seguidores leoneses no les importa. Creen en los milagros. Los han visto antes y saben que algún día volverán a celebrar un título. Por eso animaron desde el primer minuto, contagiados en parte por la energía que desprendió Guijosa en la presentación. Zarandeó a los suyos. Los golpeó en el pecho mientras los aficionados jaleaban cada uno de los nombres. ‘Sí se puede’, clamaban encendidos al compás de esos tambores que se aporrean con fuerza desde las peñas.

Volaron otra vez la bufandas y la pareja arbitral sintió sobre el cogote toda la presión de una cancha caliente, sin duda la mejor del balonmano español. Apretaron durante todo el partido y ni si quiera cuando el Ademar iba seis abajo se mordieron la lengua.

Incluso brindaron un último minuto de aplausos porque habían visto como el conjunto leonés lo dejó todo sobre el parqué. Y respetaron al ganador. Casi nadie se movió de su asiento hasta que el Barcelona levantó la Copa. Tampoco los jugadores del Abanca Ademar, resignados por la derrota pero con la cabeza bien alta. Son un equipo comprometido. Del primero al último.