LA ENTREVISTA
«Algo falla si el traspaso de Neymar supera el presupuesto del deporte español»
DAVID CAL / DEPORTISTA ESPAÑOL CON MÁS MEDALLAS OLÍMPICAS
En cualquier otro país sería un deportista mediático y su cara reconocida por todos. El gallego David Cal (1982 Cangas de Morrazo), el deportista olímpico español más laureado de la historia con cinco medallas en piragüismo, lleva con una sonrisa su anonimato. Salvo en su tierra no le paran por la calle ni le piden autógrafos por la calle pero tampoco le disgusta. Retirado desde 2015 ahora comparte sus experiencias en la UCAM. Ayer estuvo en León para apadrinar a los atletas del Golden Dreams, reivindicar apoyos para los deportistas minoritarios... y sacar del olvido sus cinco metales.
—¿Qué fue lo que le convenció para apadrinar el proyecto Golden Dreams y a sus atletas?
—Estuve aquí en León el año pasado en el Foro Internacional del Deporte que organizaron. Conocí a Francisco del Río, el organizador, me pareció buena gente, el trato que tuvimos fue bueno, me fui empapando poco a poco de su proyecto y al final surgió casi espontáneamente. A mi también me gusta apoyar a los deportes minoritarios y a los deportistas y este tipo de proyectos me atraen de forma natural. Cuando yo era deportista me hubiese gustado tener un respaldo así y ahora que puedo aportar algo intento ayudar en lo que puedo.
—¿El apoyo al deporte minoritario es una asignatura pendiente?
—Sí, seguro. Cuando escuchas las cifras que se manejan en otros deportes como el fútbol te asustas. El traspaso de Neymar al PSG fueron 222 millones de euros, eso es más que el presupuesto de todo el deporte español. Si un solo futbolista cuesta más... algo falla. Creo que está mal repartido, habría que fomentar más otros deportes. Y no estoy diciendo que se le vaya a quitar a la gente del fútbol porque si se pagan esas cantidades es que funciona y hay mucha afición. De hecho a mi también me gusta
—¿Del Dépor o del Celta entonces?
—(Sonríe ampliamente con ese gesto afable que le identifica) Del Celta. No va mal pero podía ir un poco mejor. Está por encima del Deportivo pero que conste que no soy antideportivista.
—¿Cómo es ahora el día a día de David Cal desde que colgó las palas en 2015?
—Cuando dejé el piragüismo la verdad es que tuve casi un año de reflexión. Yo llevaba toda la vida —desde los ocho años— haciendo lo mismo y de repente intentaba visualizarme en otra faceta de la vida y no encontraba algo que me motivase tanto como lo que hacía antes. Fue complicado. Estuve unos nueve meses en mi casa y me apetecía estar con mi familia y mis amigos porque llevaba fuera desde los quince años. Pero pronto te das cuenta de que estás fuera de lugar. Ni las cosas ni mis amigos eran los mismos de cuando yo tenía quince años. Entonces estuve allí un tiempo, me empezaron a salir propuestas para hacer cosas y la de la UCAM (Universidad Católica de Murcia) fue la que más me convenció y finalmente me fui para allí.
—¿Para hacer qué?
—Trabajo en el Servicio de Deportes. Somos un grupo de siete personas y gestionamos todo el deporte de la Universidad, desde los torneos internos a los campeonatos de españa universiarios, los deportistas becados o la concesión de nuevas becas. Allí se le da mucho valor a todo eso. Este año por ejemplo en la UCAM hemos organizado diez campeonatos de España universitarios de atletismo, natación, tenis de mesa, badminton, etc.
—De sus cinco medallas entres Juegos (Atenas 2004, Pekín 2008 y Londres 2012) ¿de cual guarda un recuerdo más dulce?
—(No se lo piensa) Con la que me quedaría es con la primera en Atenas, la plata en C1 1.000 metros. La primera siempre tiene un significado especial. Fue una carrera complicada en la empecé en los últimos puestos pero al final remonté y terminé segundo.
—De todo lo que vivió en esos tres Juegos ¿qué era lo que más le gustaba?
—Lo que más me gustaba era la convivencia diaria en la Villa Olímpica con los deportistas. Algo que me encantaba era ir al comedor y ver allí a gente alta, gente gorda, jóvenes, veteranos, blancos, negros, amarillos... ves que hay un montón de deportes y que cada uno tiene una fisonomía diferente.
—¿Y lo que nunca le gustó?
—Al final las Olimpiadas están enfocadas a la televisión, a los medios y el que menos importancia tiene es el deportista. Yo recuerdo en Pekín que acabé fatigadísimo la prueba del C1 1.000 y aunque terminé reventado ya me estaban apretando para ir al podio y salir en la televisión. Fui pero muy mareado. Y en la prueba del 500 al día siguiente me pasó lo mismo; acabé, tuve que ir al podio, me pusieron la medalla y cuando le estaban poniendo la medalla a otro atleta tuvo que bajarme corriendo del podio a vomitar. Por suerte en ese momento estaban enfocando al primero.
—¿Donde guarda las medallas?
—Las tengo en casa de mis padres en Cangas. Antes las tenía en casa metidas en cajas porque no me gustaba llegar y seguir viendo cosas relacionadas con el piragüismo. Mi casa es un sitio de desconexión. Pero una vez que vino por allí mi madre me vio las medallas en cajas, no le pareció lo mejor y me las pidió para llevárselas. Desde entonces están expuestas en vitrinas en casa de mis padres.
—¿Ve algún deportista español capaz de superar su récord?
—Sí... yo creo que la nadadora Mireya Belmonte con cuatro medallas olímpicas tiene muchas opciones. Y también el piragüista Saúl Craviotto que tiene otras cuatro. Les veo con muchas opciones de hacerlo en Tokio.
—¿Al piragüista de raíces bercianas, Paco Cubelos, lo ve con opciones de estar en los próximos Juegos?
—Sí, claro que sí. Aunque lo veas muy pequeñito tiene unas cualidades muy buenas. Su falta de altura la suple con una gran técnica y con otras cosas. Yo creo que es un piragüista con mucha proyección.
—¿Cómo lleva ser el olímpico español más laureado y no ser apenas reconocido por la calle?
—Yo ese anonimato lo llevo bien —afirma con una carcajada sincera— Noté un cambio brutal en la primera Olimpiada; entonces me conocían malamente en mi casa pero me volví con dos medallas y me recibió muchísima gente de mi pueblo. Pero la gente tiene memoria a corto plazo y se va olvidando. Seguro que aquí en León puedo entrar a un bar a tomar un café sin que reconozca nadie.