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HALTEROFILIA ■ CAMPEONATO DE EUROPA

Su Majestad Lidia IV de Europa

La haltera berciana hace historia al convertirse en la primera española en subir en cuatro ocasiones a lo más alto de un podio continental A su éxito en la general suma en arrancada y dos tiempos dos oros más

Lidia Valentín celebra con la bandera de España y las medallas de oro colgadas en su cuello su éxito en el Europeo, el de una campeona que no se cansa de ganar. GHEMENT

León

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Si por palmarés se calificara la trayectoria de un deportista en el caso de Lidia Valentín su calificación sería ‘matrícula de honor’. Para una campeona como ella no existe otra distinción. En Bucarest, una ciudad de la que guarda muy buen recuerdo. No en vano en ella subía hace nueve años al podio. Por aquel entonces era el tercero en un Europeo que despedía con un bronce. Ayer ese metal se convertía en oro, el habitual para la de Camponaraya desde hace unos años. La cuarta corona de reina tras una competición en la que dejaba patente su superioridad sobre el resto de candidatas a degustar el pedazo más rutilante de gloria.

Lidia llegaba al campeonato como la número uno, la gran favorita. Y no defraudó. Todo lo contrario. Lo hizo además por partida triple coronándose no sólo como campeona en el total olímpico, o lo que es lo mismo, en la general absoluta. También en arrancada y dos tiempos para incluir en su maleta de regreso a España tres preseas.

La primera para la berciana llegaba en arrancada. Y con sólo un intento. Lidia, con una marca muy superior a la del resto de finalistas, tenía que esperar no obstante a que todas ellas acabaran. La leonesa había fijado el inicio de su puesta en escena en 107 kilos, algo a lo que ninguna de sus rivales podía acceder. Prueba de ello es que la que más cerca se situaba de la leonesa era la francesa Gaelle Nayo Ketchanke con 103 kilos. Tras ella iba a hacer acto de presencia Lidia a la que un intento válido le supondría el oro. Y como si de una pluma se tratase ese reto lo solventaba con plena solvencia. Con 107 kilos ya tenía su primer oro aunque aún tenía por delante otros dos intentos. Y en ambos el resultado iba a ser el mismo, 112 y 115 kilos, ambos válidos.

De arrancada a dos tiempos. Y también con el mismo reto: ser la mejor. El guión en esta modalidad volvía a repetirse para Lidia. La campeona subía al tapiz justo cuando sólo quedaba una rival intentando rivalizar con ella, más de cara a la galería que de forma efectiva. Era la francesa Nayo Ketchanke que tras superar los 126 kilos esperó a que la berciana fijase su primera marca (por ciento, solventada con facilidad), para fijar en 131 su segundo intento. La francesa se salía por unos segundos con la suya hasta que Lidia levantaba una marca para ella habitual, los 135 kilos. Ahí se acababa la historia porque Nayo Ketchanke erraba en los 136 quedándose como mejor intento los 131 kilos. El pasillo del oro para Lidia Valentín estaba allanada. El título era ya suyo aunque aún restaba un tercer intento para que elevase incluso su ventaja. Con 140 kilos, peso que ya ha levantado en varias ocasiones, la ya cuádruple campeona continental buscaba un poco más. No pudo superar ese registro pero daba lo mismo. Unos minutos antes ya se había asegurado su segundo oro en Bucarest y de paso su cuarta corona de campeona, un éxito que sellaba en 250 kilos en el total olímpico por delante de la francesa Nayo Ketchanke (234 kilos)mientras que la segunda acompañante de la leonesa en el cuadro de honor y con ello medalla de bronce se la adjudicaba la finlandesa Meri Ilmarinen con 223 kilos, justo uno más que la polaca Malgorzata Wiejak.

Lidia ponía así el broche de oro a su excelsa actuación en el europeo de Bucarest. Tres oros, uno de ellos el de campeona continental, pasaron a sus manos, la de una deportista única que con 33 años sigue sumando éxitos y, por calidad y prestaciones cuando sube al tapiz, seguirá haciéndolo. Es la mejor haltera del mundo y nada mejor que demostrarlo cuando es preciso. Con su gesto del corazón dibujado con sus dedos, la sonrisa que siempre luce a pesar del sacrificio que supone superar cada reto y la bandera de España como compañera inseparable, la haltera berciana subía orgullosa al podio para escuchar el himno nacional como campeona europea. ¡Dios salve a la reina Lidia!

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