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Corbalán: "Los grandes deportistas se están convirtiendo en absolutos prisioneros de su propia fama"

El mito del baloncesto español, embajador de lujo del Foro Internacional del Deporte Obra Social Abanca Ciudad de León

Juan Antonio Corbalán, ayer en la presentación en el Ayuntamiento de León

Juan Antonio Corbalán, ayer en la presentación en el Ayuntamiento de León

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GEORGINO FERNÁNDEZ / LEÓN
León

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El Corbalán del baloncesto es un mito que ya forma parte de la historia -con letras grandes- de este deporte. El Corbalán ciudadano  y profesional de la medicina es un antimito absoluto. Cercano, afable, buen conversador, profundo, reflexivo. El paso del tiempo y su especial forma de ser le han convertido en una persona sabia. Esta mañana estuvo en León para convertirse en el mejor embajador de la segunda edición del Foro Internacional del Deporte que se celebrará del 15 al 17 de mayo. En una entrevista con Diario de León habló del pasado, de sus recuerdos, de la plata olímpica en Los Ángeles y también del presente más actual.

- ¿Qué hace Corbalán en este 2018? ¿Cómo es su día a día?

- Mi día a día es muy sencillo. Yo me dedico a la medicina, tengo un servicio que se dedica a la medicina de la actividad física aplicada al deportista y a pacientes convencionales con un equipo de neurólogos, cardiólogos, endocrinólogos, estomatológos... un equipo amplio para dar respuesta a todas las necesidades del deportista y del no deportista. Además, desde hace 25 o 30 años estoy vinculado a la consultoría y al trabajo de equipo, el  liderazgo, es un campo que me apasiona también.

- Se le ve en forma. ¿Juega todavía alguna pachanga?

- (Sonríe al responder) Yo no hago pachangas, yo entreno. Procuro sacar casi todos los días una hora o una hora y media para tener actividad física.

- ¿Y al baloncesto?

- (Se echa para atrás en la silla) No... desde los 55 y tengo ahora 63 dejé de jugar al baloncesto porque ya me supone más riesgo que placer. Cuando no puedes correr bien detrás de un balón, ni puedes saltar correr detrás de un balón es una estupidez. Es mejor jugar al ajedrez por ejemplo. La gente piensa que es el deportista el que deja al deporte pero son los deportes los que van despreciando a los deportistas.

- Ha firmado entonces una entente cordial con el peso y el paso del tiempo...

- Bueno el paso del tiempo es una cosa y el peso otra. Pero el peso se puede manejar bastante mejor que el paso.

- ¿Le reconoce todavía la gente por la calle?

- De mi generación y hasta los cuarenta años o treinta y muchos soy todavía reconocible. Mucha gente me conoce por la voz, sigo apareciendo de vez en cuando en los medios y se mantiene un poco la llama. Pero lógicamente por debajo de los treinta años es muy difícil que alguien me reconozca.

- Y su ego personal lo lleva bien teniendo en cuenta que está en los libros de historia del deporte

- Lo llevo de una forma neutra. Sentirte reconocido está muy bien cuando haces una reserva en un restaurante  por ejemplo y te viene muy mal cuando estás en un sitio, te reconocen, y no puedes hacer las cosas que te apetecen como el resto de los mortales porque hay veinte ojos pendientes de ti.

- Eso lleva más bien a  una reflexión sobre la popularidad...

- Sí, la popularidad hay que entenderla como es. Hay una cosa que yo siempre he tratado de llevar muy presente es que la popularidad nunca debe ser tu cárcel, debemos ser un miembro más de la sociedad. Me parece una estupidez la postura de aquellos que se ven elementos de élite y sienten que se tienen que proteger de aquellos que le han dado esa popularidad. Yo, lo que he sido lo he sido en la calle, yendo con mis amigos y viviendo como una persona normal.

- ¿Cree que esa reflexión debería estar mucho más presente en la vida de los grandes deportistas?

- Una de las charlas que he dado en más de una ocasión se titula  'Normalización de la vida de un deportista' porque me parece que  es uno de los elementos que más tendrían que tener en cuenta  ahora mismo los grandes deportistas que se están convirtiendo en absolutos prisioneros de su propia fama.

- ¿Desde su faceta de médico comulga con esa frase hecha que advierte que el deporte de élite es malo para la salud? 

- El deporte de élite no se elige. Se llega primero porque se entiende que hay unas parcelas anteriores que son eminentemente buenas. Pero el deporte en su trayectoria puede llegar a hipertrofiarse y es como  un iceberg; nosotros vemos  un noveno que es malo del deporte pero debajo hay ocho novenos que son muy buenos. 

-Echemos un poco la vista atrás. Usted entró muy joven en el Real Madrid...

- (Me interrumpe raudo) Con sólo 16 años.

- Tan joven y compartiendo vestuario con el básket blanco como Luyk, Emiliano, Brabender... ¿tuvo que ser bastante impactante no?

- (Se le nota cómodo con el recuerdo) Pues sí fue impactante. Pero una de las primeras cosas que aconsejo a todos los deportistas con los que hablo es que desmitifiquen todo. Yo no soy nada mitómano. Respeto mucho a la gente que consigue cosas pero me resulta muy agradable ver como la mejor gente es la más normal del mundo. Y eso es en lo que hay que insistirle a todos los niños: ser alguien extraordinario en una faceta no te puede limar tu faceta principal que es ser una persona normal.

- Aquella famosa medalla de plata en baloncesto en los Juegos de Los Ángeles, ¿se puede decir que dio el pistoletazo de salida a la edad de oro del deporte español?

- No sé si de todo el deporte pero sí claramente del deporte en equipo. Hasta entonces prácticamente los deportes en equipo no existían prácticamente. Fue un bombazo. Tener una medalla de plata en los años ochenta en un deporte como el baloncesto con selecciones como Estados Unidos, Yugoslavia, Rusia o Italia tuvo un mérito inmenso, enorme. Tuvimos que hacer las cosas muy bien, jugamos al límite de nuestras posibilidades.

- Sabe lo que yo más recuerdo de aquel partido: el tapón de  Fernando Romay a Michael Jordan.

- (Vuelve a sonreir) Pues fíjate, yo estaba allí y no lo recuerdo.

- ¿Seguirá presumiendo Romay de eso no?

- (Echa mano del humor) Uff, es un pesado que me ha contado muchas veces su famoso tapón a Jordan.

- Para muchos, Jordan ha sido el mejor jugador de la historia. ¿Cómo era verlo de cerca en la cancha?

- Era un súperdeportista. Te das cuenta de que es una persona que está mucho más allá de lo que es el exclusivo valor deportivo.  Hablo de criterios de liderazgo, de que todos los ojos de sus compañeros estaban puestos en él. 

- (Se cambian las tornas y quién pregunta ahora es él) ¿Y te podrá parecer que eso tiene un valor inmenso?

- Pues sí.

- Pues con todo lo importante que es eso no vale para nada porque si se hubiese quitado a Jordan de aquella final y hubiesen jugado los otros, la final hubiese sido la misma. Lo que pasa es que los mitómanos le dan un gran valor a esa final porque estaba Jordan.  Para mí es el mejor baloncestista que he visto en mi vida, incluyendo a los actuales pero la vida y el deporte olímpico hubieran seguido sin Jordan.

- Otro nombre propio. Ha escrito un libro 'Conversaciones con Mirza' que es un homenaje este jugador bosnio del Madrid (Mirza Delibasic) ya fallecido. ¿Es el más especial con el que ha compartido cancha?

- Sí, creo que lo has definido muy bien. La palabra es esa. Mirza fue un equivalente a Jordan en Europa.  Era una persona entrañable, el libro es un guiño su memoria: alguien muy grande como jugador y como persona. Mirza fue un ejemplo de todo lo que te estoy diciendo, alguien que estaba en la calle, que vivía en la calle. Le podías ver en cualquier esquina de Madrid hablando con cualquiera de tú a tú.

- Una curiosidad... ¿Petrovic era tan villano en la cancha como parecía?

- En el deporte la gente tiende a hacer blancos y negros y la vida es gris. El mejor jugador tuyo puede ser terrible para el adversario y al revés. Petrovic dentro del campo para mi era excesivamente finalista, quiero decir que le valía todo para lograr lo que quería y yo no entiendo así el deporte por eso puede que hubiese tenido que discutir mucho con él si hubiésemos coincidido. Pero seguro que tenía un montón de elementos muy bueno como persona.

-  Calderón, Ricky Rubio, Chacho Rodríguez, Llull... ¿estamos ante la mejor generación de bases de la historia del baloncesto español?

- Sí (no duda). Yo diría que tenemos una pléyade de grandísimos jugadores que han ido acomodándose a este puesto aunque para mí  el base-base es Calderón. Yo entiendo este puesto como alguien que es capaz de hacer que todo funcione, una figura que ahora casi se ha perdido. 

- ¿Le gusta el fútbol?

- Sí, lo veo de vez en cuando. Jugaba también en el colegio pero ahora me aburre soberanamente; no soporto que en las televisiones o en los periódicos el fútbol ocupe tanto espacio y la mayoría de la veces no con asuntos que parecen de la revistas rosas del fútbol.  No me interesa nada como entrena un equipo o si los jugadores se van a pintar el pelo doce o si un jugador no ha pagado a Hacienda. A mi que me pongan información deportiva pura y dura. El fútbol se ha trivializado en exceso, es un deporte que por eso ya no me interesa.

- ¿Y esa imagen del futbolista endiosado, en su burbuja, con su cochazo de lujo y sus auriculares?

- Creo que a veces piensan que con el dinero lo van a tener todo y no se dan cuenta de que cuando se cumplen cuarenta años te quedan al menos otros cuarenta por vivir y tu vida la tienes que llenar de algo. Y creo que no hay nada mejor que llenar tu vida de conocimiento, saber de las cosas. Saber analizar tu entorno es felicidad. Hay gente que tendrá una vida vacía pero una cuenta corrente magnífica.

- Ha hecho el Camino de Santiago hace algo más de un año desde Lugo. ¿Qué enseñanza le dejó?

- Pues una parte me afectó a las personas y otra a la tierra. Yo me mimetizo con  determinadas culturas y para mi estar pateando Galicia durante más de cien kilómetros y convivir con sus gentes me supuso una gran riqueza, el tener algo de primera mano que yo desconocía. Yo había estado en Galicia pero me habían  llevado, estuve en un buen hotel  y me marché. Pero cuando te metes por esos campos de Orense, Lugo  y Pontevedra y hablas con una señora que cuida unas vacas o alguien te saca un poco de pulpo... todo eso te permite hacerte un poco de ellos. Luego hay también un tema de espiritualidad, en el sentido de compartir las cosas, de sentir que formas parte de un gran equipo que hace el Camino de Santiago por motivaciones muy distintas. Si esto lo llevamos un poco más allá y lo aplicáramos a la sociedad nos podríamos saltar todas las rivalidades patológicas de nuestra política.

- Parece que está pensando en el conflicto catalán. ¿Cual es su opinión?

- Es una tragedia enorme para todos nosotros. No me importa la repercusión económica que pueda tener porque yo podría vivir siendo la mitad de rico de lo que soy  o el doble de pobre. Lo económico me da igual pero no me da igual lo identitario respecto a la tierra y a las personas. Yo tengo muchos amigos en Cataluña que se sienten  tan propietarios como los independentistas del terruño en el que viven. Y yo como español me puedo sentir tan propietario como ellos. Entiendo que quieran a su tierra pero no entiendo que pretendan erigirse en propietarios de algo que nos pertenece a todos. Y digo esto con el máximo respeto a todo el mundo.

- La última. ¿Qué le parece la iniciativa del Foro Internacional del Deporte Ciudad de León que impulsa Golden Dreams?

-Me parece una iniciativa magnífica para entender el deporte como un bien de utilidad social de manera trasversal. El deporte bien entendido, bien pensado y bien reflexionado vale para muchísimas cosas porque tiene una faceta casi única, que es un juego, y eso atrae a la gente. Por eso tenemos que aprovechar esa sinergia. A mi me interesan mucho estas iniciativas porque se fijan en aquellas cosas que pueden aportar muchas cosas a la sociedad. Entiendo que estas iniciativas hay que ayudarlas y así se lo he dicho al alcalde, a la Diputación y se lo digo también a los patrocinadores y a los medios. Ojalá este For se pueda perpetuar y hablemos dentro de unos años bodas de oro.

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