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Croacia seduce al planeta

La valentía, pundonor, competitividad y alegría con la que desplegaron su fútbol quedarán en el recuerdo Un país de apenas 4 millones de personas rozó el milagro.

Modric, a la izquierda junto a Griezmann, fue elegido mejor jugador del Mundial. FACUNDO ARRIZABALAGA

Publicado por
León

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robert Basic | Zagreb

En 1989, un equipo de balonmano de Bosnia-Herzegovina fue a Croacia a jugar un torneo en la isla de Hvar. Llegaron en tren hasta Kardeljevo (actual Ploce), luego caminaron un buen rato entre palmeras y olivos y finalmente cogieron el ferri que les trasladó a Jelsa, ciudad en la que competirían durante una semana.

En su trayecto, los muchachos (eran juveniles) veían ondear banderas desconocidas, por las calles les ofrecían pegatinas con símbolos extraños y los grafitis y los carteles hablaban del orgullo croata, de la independencia, de los partidos políticos que prometían el cumplimiento del ‘sueño milenario’ —creación de un Estado propio— y de un nuevo tiempo que no tardaría en llegar. Ellos, yugoslavos todos, no sabían que ‘Hrvatska’ —así se llama el país— ya se había ido. Apenas dos años después, Zagreb proclamó su soberanía, que fue homologada por la comunidad internacional en 1992, y luego la recién creada criatura saltó por los aires con una guerra que dejó miles de muertos y desplazados. Las llamas consumieron vidas, casas, familias y llenaron autobuses, coches y aviones de refugiados, algunos de ellos convertidos en futbolistas que el domingo pelearon por el Mundial y cayeron con todos los honores.

Croacia, al igual que varias de las antiguas repúblicas yugoslavas, ardió y pagó en sangre su conversión al Estado independiente. Ellos lo soñaron y ellos lo arrancaron del mapa dibujado en 1945. El precio ha sido alto, en vidas, en convivencia y en odio, aún vigoroso y poderoso en aquella zona de los Balcanes, pero el Estado es una realidad y además miembro de la Unión Europea desde el 1 de julio de 2013. Con sólo 27 años de antigüedad, 26 de manera oficial, menos que los campeones Hugo Lloris, Steve Mandanda, N’Golo Kanté, Adil Rami, Blaise Matuidi, Steven N’Zonzi y Olivier Giroud, los croatas rozaron la proeza en Rusia y sedujeron al mundo por su valentía, pundonor, competitividad y alegría con la que desplegaban su fútbol. El pequeño país de 4,1 millones de habitantes y forma de cruasán, que abraza a Bosnia y da la espalda a Eslovenia, soñó con la inmortalidad y se quedó en la antesala de lo imposible. No paró de aporrear la puerta y de intentar tirarla abajo, pero los franceses aguantaron el empuje de unos hombres que no derramaron ni una sola lágrima en la hierba del Luzhniki. Allí sólo dejaron su sudor. Dicen que dentro lloraron algunos, y poco.

Pese a la derrota final, no sería exagerado decir que Croacia ha obrado un pequeño milagro en Rusia. Y además se han ganado el respeto de todos.