Llueve sobre mojado

L a dimisión de Goyo Casado como técnico del Cleba, cuando el equipo estaba en lo más alto de la tabla, ha destapado la falta de entendimiento entre el ya ex entrenador y el presidente César Valle, que también prescindió de Aleix Pérez a pesar de que metió a las leonesas en el play off de ascenso. Ese tipo de injerencias en la parcela deportiva dejan en muy mal lugar a los rectores de un club que quiere regresar a la élite del balonmano lo más rápido posible. No tiene ningún sentido que un directivo, por muchos conocimientos que tenga, le diga al técnico cómo ha de trabajar. El equipo está por encima de las personas y los resultados son el principal aval de Goyo Casado, que hizo pleno de victorias en las cuatro primeras jornadas del campeonato. Sucedió algo parecido con Aleix Pérez, aunque en su momento achacaron su salida a que no tenía el carné para sentarse en el banquilllo, algo que ya sabían desde el principio. Resulta cuanto menos extraño que los dos últimos entrenadores del Cleba se hayan ido por la puerta trasera a pesar de que cumplieron la labor que tenían encomendada desde el principio. Ahora llega Guillermo Tarrazo, el tercer inquilino del banquillo en pocos meses, al que deberían respetar porque si no el club corre el riesgo de convertirse en un pequeño cortijo o en un espectáculo de títeres.