Un Reino perdido

S i algo funcionó como un reloj suizo en la Cultural la temporada pasada, cuando a la Segunda le sobraba esa molesta ‘B’ en el apellido, fue la comunión entre la grada y el equipo. Los aficionados, frotándose aún los ojos por el brillo que emitía la categoría de plata, lo perdonaron todo, e incluso el descenso. Suerte para la directiva que el paso del tiempo sea siempre su mejor aliado, porque pocos se acuerdan ya que su ‘Cultu’ apenas arañó dos victorias como visitante ni que Llamazares insistió una y otra vez que el proyecto de Aspire para hacer grande al club no estaba sujeto a los resultados. Pero una mentira, por más veces que se repita, jamás se tornará en verdad. Y ahora, unos cuantos bofetones de realidad después, el respetable monta su particular rebelión en el Reino harto ya de mirar hacia otro lado. Los silbidos de las primeras jornadas han dado paso a los gritos de ¡fuera, fuera! sin quedar todavía claro si van dirigidos al banquillo, a la zona noble o a ambas a la vez. Ahora da igual si se ganan tres partidos seguidos con remontada incluida. Pocos seguidores soportan ya la falta de ‘alma’ de una plantilla confeccionada para salir del infierno este mismo curso. Y mientras tanto Cea gana otra vida extra, pero tiene muy claro que desde arriba le está moviendo la silla el mismo que le encumbró como «el mejor entrenador para liderar este proyecto».