Diario de León

APUNTES ALREDEDOR DE UN ICONO

El campeón concebido en la euforia de Wembley-92

Nueve meses después de que Koeman convirtiese al Barça en campeón de Europa, Roser Alentá dio a luz al pequeño y prodigioso Marc Márquez El nuevo y flamante heptacampeón del mundo se ha convertido, a los 25 años, en la auténtica referencia del motociclismo mundial

Marc Márquez, con 15 años, en el podio (3º) del GP de Bra Bretaña de 125cc.

Marc Márquez, con 15 años, en el podio (3º) del GP de Bra Bretaña de 125cc.

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Emilio Pérez de Rozas
León

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Este muchacho, de 25 años, empezó como todos los niños jugando con las motos que le regalaba su padre. Pero, mientras la mayoría de chavalitos se entretenían con ellas, Marc Márquez Alentá (17 de febrero de 1993, Cervera, Lleida) solo quería ganar. A veces, como fuese. De ahí que ese gen y ese espíritu competitivo, mezclado con una sonrisa encantadora, contagiosa y auténtica, hayan terminado por cautivar a medio mundo mientras el otro medio lo considera un piloto demasiado atrevido en un mundo de riesgo.

Una casa está clara: Márquez es el nuevo icono del motociclismo, es el puto amo de MotoGP, el líder de la nueva era y, sobre todo, el creador de un nuevo estilo de pilotaje, mucho más agresivo, mucho más espectacular y, sobre todo, mucho más atractivo. Si los norteamericanos aterrizaron en Europa, de la mano de Kenny Roberts, convirtiendo la rodilla en un nuevo punto de apoyo, Márquez ha inventado otro más, el codo, y hasta un tercero, su culo. Es así como acaricia, roza, casi se acuesta sobre el asfalto y es así como logra las mejores y únicas salvadas, que convierten las carreras de MotoGP en uno de los mayores espectáculos del mundo.

Las cifras, todas, son una auténtica pasada. Y todas, todas, son récords de precocidad. No hay marca que se le resista a Márquez, por eso es, no solo es el mejor rookie de la historia de la categoría reina, sino el campeón, bicampeón, tricampeón, tetracampeón y, desde hoy, pentacampeón más joven de la historia.

Puede que no ocurra, pero el nen de Cervera, que ya tiene las siete coronas de John Surtees y Phil Read, tiene todos los números y condiciones para llegar a los 15 títulos del italiano Giacomo Agostini, después de igualar y superar los 9 de Carlo Ubbiali, Mike Hailwood y Valentino Rossi y los 12+1 de Ángel Nieto. Y, en su camino, alcanzar las 76 victorias de Hailwood, los 90 triunfos de Nieto, los 115 de Rossi y hasta las 122 de Agostini.

Mejorando cada año

Si en algo coinciden los expertos del paddock de MotoGP es que nadie conoce los límites de Márquez. Si algo tiene Marc, si una cosa admiro por encima de todas sus virtudes, es que sigue siendo el mismo niño de siempre, ansioso por seguir aprendiendo, una auténtica esponja, abierto a todos los consejos y sugerencias, como si nunca quisiera dejar de aprender, señala Emilio Alzamora, su manager.

Sé que, en estos momentos, esto que voy a decir suena a increíble, pero el año que viene aún veremos y disfrutaremos de un mejor Marc Márquez, explica Alberto Puig, director deportivo del equipo Honda. No sé qué hará, ignoro cual será su paso adelante, su mejora, su nuevo escalón y virtud, pero sé que aún será mejor, pues sabe que es el campeón de un deporte en el que nunca, nunca, se debe parar de evolucionar. Y él eso lo entiende como nadie. Insisto, no sé cuál será su salto hacia delante, pero estoy seguro de que él ya lo tiene en su cabeza.

El italiano Livio Suppo, antecesor de Puig en ese puesto y la persona que contrató a Márquez para el team Repsol Honda, decía que Marc es especial, no ha cambiado desde que empezó a correr. La mayor ventaja de Marc es su personalidad: siempre positivo y activo. Marc se queja poco porque tiene una naturaleza muy positiva. Podría ser mi hijo, sí, pero junto a él he aprendido a ser positivo. No hace teatro, aunque es joven, rico y tiene éxito.

En motos, gana el piloto

Suppo considera que, si quieres ganar, tienes que trabajar con los mejores pilotos. Cuanto más talento tienen los pilotos, más poder tienen y, cuanto más poder tienen, más difícil es trabajar con ellos. Pero Marc es muy buena pesona y tiene un grandísimo talento. Suppo siempre recordaba que en MotoGP, los equipos dependen de los mejores pilotos, ya que son los pilotos los que marcan la diferencia. Si tienes al piloto adecuado, solo tienes que asegurarte de que sea feliz en tu equipo. Si es así, si lo logras, él dará lo mejor de sí. Sin un buen piloto, no puedes ser campeón, es imposible. El éxito de un equipo es de ellos en un 70%, todo lo contrario de la F-1.

Todo empezó y acabó en una discoteca. No es extraño tratándose de la divertida y contagiosa familia Márquez Alentà. Mamá Roser conoció, en 1987, a papá Julià en la sala de fiestas Big Ben, en Mollerussa, punto de encuentro de toda la comarca.

Claro que si queremos remontarnos en el tiempo y encontrar, un momento, un instante, una imagen, un grito, un suspiro, un salto en el sofá, una apoteosis de gloria y placer, sí, de placer, hay que remontarse a la noche mágica del 20 de mayo de 1992 cuando el holandés Ronald Koeman convirtió al Barça, a Catalunya, al més que un club, al primer tiqui- taca y a la familia Márquez Alentà, bueno, al matrimonio Márquez Alentà en campeones de Euopa.

Cuenten y verán cómo, nueve meses después, nace Marc. Y a Roser, esta mujer arrebatadora, todo cariño, todo sonrisa ("pues sí, esta sonrisa es suya y solo suya", reconoce el bueno de Marc), la mejor cómplice que uno puede encontrarse en la vida, no le duelen prendas en reconocer que sí, que aquella euforia futbolística trajo esta gloria de las dos ruedas, a la velocidad que 'Tintin' Koeman chutó aquella fabulosa y precisa falta nació Marc Márquez Alentá.

"Allí estábamos Julià y yo, un año después de casarnos, sentados en el sofá de nuestra casa de Cervera, dando saltos de alegría por la victoria histórica del Barça y, la verdad, disfrutamos tanto de aquella final, tanto, que nos miramos y nos preguntamos pero qué hacemos aquí solos? Venga, Julià, que sea lo que Dios quiera! Y, ya ve, al poco apareció este pequeño diablo maravilloso". Tras el mayo de 1992 vino febrero de 1993, nueve meses que cambiaron el mundo de las motos.

La precocidad con la que el hijo predilecto de Cervera se ha movido en la vida, fuera y dentro de la pista, pisando circuitos de tierra y deslizándose por el asfalto, hace pensar que se trata de alguien que cayó en la marmita de Harry Potter. No es normal que todos los que lo han visto, no importa la edad a la que lo vieran, que lo sufrieran o que lo disfrutaran, coincidieran, al primer soplo, en que estaban ante un niño prodigioso, iluminado, escogido, fabricado con el material del que se hacen los sueños.

Son muchos los niños que, al cumplir cuatro años, piden una moto a los Reyes Magos. Pero son muy pocos los críos que, ya campeones del mundo, con 17 años, acuden, un desapacible 29 de febrero del 2010, acompañados de toda su familia, a dar las gracias a todos los que le han ayudado a crecer. Antes de acabar la ceremonia pidió el micrófono y, con el desparpajo que ya empezaba a caracterizarle, sugirió a los presentes, niños y jóvenes que aspiraban a ser como él, que "la manera de llegar arriba es dejarse aconsejar por los que más saben".

Y Alzamora se quedó prendado

Era evidente que, en ese instante, Márquez se acordaba de la ayuda desinteresada recibida de manos de Angel Viladoms, Joan Moreta, los hermanos Jordi y Josep Rojas, Comercial Impala, las gentes del RACC, Guim Roda, Àlvar Garriga, el equipo Procurve, Pío Ventura, su hijo Iván y, cómo no, Emilio Alzamora, la Escola Monlau o Repsol. Y también de Jaume Curco, un tipo muy implicado en todo lo que fueran carreras, un mecenas del Motoclub Segre.

Fue Curco quien se hizo pesado. "El día que puedas, Emilio, tienes que ver a un chaval de Cervera que te va a sorprender, que te cautivará", le insistía a Alzamora. "Te gustará porque nadie tiene el paso por curva de ese niño, nadie!". Y el diamante cayó en manos del tallador. Ya brillaba, pero había llegado la hora de pulirlo y convertirlo en joya, en la piedra preciosa que deslumbraría al mundo. "Desde el primer día que lo vi tuve la sensación de que estaba frente a alguien muy especial", explica Alzamora, que se hizo cargo de la carrera de Marc cuando el brujo de Cervera tenía 11 años.

Había momentos --explica Viladoms, expresidente de la Federación Española de Motociclismo-- en que su superioridad, incluso cuando competía con niños dos o tres años mayores que él, era hiriente. Hubo alguna matinal en la que llegó a subirse al podio en las tres categorías en las que corrió: enduro para niños, motocrós y velocidad. El dirigente recuerda que todos hablaba de divertirse ("porque es lo que deben hacer los niños cuando empiezan a edades tan tempranas"), pero que Marc solo pensaba en "ganar, ganar y ganar". Divirtiéndose, claro.

Viladoms asegura que debajo de esa carita de buen niño ("que lo es, y mucho") había un chaval que sabía muy bien lo que quería y cómo conseguirlo. "Tiene un culo privilegiado narra el exdirigente que ha ayudado a triunfar a tres generaciones de campeones--. Quiero decir que su sensibilidad encima de la moto es prodigiosa. Parece como si llevase un culotte lleno de sensores. La información que, ya de pequeño, suministraba a sus mecánicos era precisa y, sobre todo, muy fiable".

Los primeros que disfrutaron de esa sensibilidad fueron Guim Roda y Àlvar Garriga. Papá Juliá les llevó a Marc para que frotasen esa lámpara de Aladino. Solo pusieron tres condiciones: divertirse, aprender y ganar. "A los dos días de estar con Marc --relatan Guim y Àlvar al unísono-- nos dimos cuenta de que éramos unos palurdos. Marc poseía una madurez admirable". Roda recuerda que, en más de una ocasión, Marc, con solo 9 años, se interponía entre él y Garriga, con la única y sana intención de transformar la tensión en sonrisas.

"Si la puesta a punto no es la ideal, tranquilos, yo intento arreglarlo en la pista". Y el chaval acababa pacificando la situación con un buen crono. Y Guim, mirando a Àlvar, le decía. "Tendrá cojones que este mocoso nos dé lecciones". El mundo al revés. Las escopetas disparando a las perdices. Algo así es lo que cuenta Santi Hernández, el ingeniero que no se ha separado de Márquez desde sus campañas en Moto2. Tú te pasas el fin de semana trabajando duro, muy duro, para entregarle la mejor moto el domingo y, luego, te olvidas porque, con esa moto, mala, buena, extraordinaria, él pondrá el resto y te convertirá en ganador, seguro.

Marc sabe lo que hace

Guim y Alvar reconocen que fue tremendamente gratificante trabajar con Marc porque era un niño muy receptivo. "Hay muchas maneras de sentirte piloto", dice Guim. "Una, con fogosidad, con pasión, con coraje; y otra, para mí mejor, con frialdad, entendiendo lo que te está pasando sobre la moto. Ser atrevido no te conduce a ningún sitio. Quizá de vez en cuando te proporcione un éxito que te haga creer que eres la bomba, pero a la larga acabas haciéndote daño. Pilotar intentando averiguar el por qué de las cosas, te permite sacar lo mejor de ti mismo y de la moto. Ese era Marc, el niño que te ayuda a hacer mejor tu trabajo".

Insistiendo en su argumento, Guim defiende que una cosa es ir deprisa y otra saber por qué vas deprisa. "Hay muchos pilotos que van deprisa pero no saben explicar por qué van deprisa. Marc sí lo sabe y lo explica como nadie". Es ese culo del que habla Viladoms. "Es muy duro no saber explicar por qué vas rápido. A Marc le ocurre todo lo contrario. Su cabeza procesa las sensaciones casi a la misma velocidad que la moto. Es un tema de frialdad. Él explicaba lo que le pasaba, tú aportabas la solución y el tío bajaba el tiempo. Era automático", dice Guim.

Àlvar, su mecánico de entonces, desde los 9 a los 11 años, sigue manteniendo una amistad con Márquez. "Lo prodigioso de Marc es esa frialdad con la que pilota, esa serenidad para entender el riesgo, todo lo que hay a su alrededor, que es mucho, sin que te afecten emotivamente las dificultades". "Cuando aprendes a controlar tus emociones --concluye el maestro Roda-- es cuando te vas haciendo maduro. En ese sentido, la madurez de Marc, siendo tan niño, tan joven, ya era sorprendente".

No porque sea el pentacampeón de MotoGP más joven de la historia, sino porque aún tiene gestos, actitudes, guiños de aquel niño que nació nueve meses después del estallido de Wembley-92, es por lo que todos coinciden en señalar a este joven prodigio como el icono del nuevo siglo, el muchacho que, con 14 años menos que Rossi, ya es el nuevo monarca. Su sonrisa, su personalidad arrolladora, su profesionalidad extrema, su capacidad para ser cada vez mejor, su estilo deslumbrante y, sobre todo, su manera de ganar asumiendo el máximo riesgo en entrenamiento (se ha caído ya 18 veces este año), pero minimizando ese atrevimiento en carrera, le ha convertido en el nuevo referente para las futuras generaciones provocando, incluso, el cambio de estilo en el pilotaje de muchos de sus compañeros de parrilla, aunque todos ellos, empezando por su compañero de marca, el británico Cal Crutchlow, no se cansa de asegurar que si tú intentas pilotar como Marc, te caes seguro, fijo, es imposible hacer lo que hace Marc.

"Marc no tiene doblez, su sonrisa es suya, una sonrisa así no se puede fingir", dice Ramon Royes, alcalde de Cervera. "Tenía las ideas muy claras. Nunca fue impulsivo y eso se nota en la pista, porque decide en milésimas de segundo y se equivoca muy poco. Como en el cole", dice su profesora Roser Atienza. "A mí siempre me ha admirado lo claro que lo tiene todo", señala su hermano Alex.

Miedo siempre hay

"Ni se crece cuando gana, ni se hunde cuando pierde, siempre con los pies en el suelo", sentencia mamá Roser, recuerda que, de pequeños, Marc era bastante más cabroncete que Álex. Marc siempre lloraba, siempre pedía, no comía y Álex era un auténtico encanto, todo lo iba bien. Y ahora, ya mayores, es al revés. En casa, Marc es más de la mamá, y Álex es como más libre, independiente. Pero, eso sí, los dos son unos encantos de niños, de hijos y de amigos.

Pero no tiene miedo de que les pase algo? A eso, lo siento, pero no te acostumbras nunca. Y, menos, si es por partida doble. Yo no hablaría tanto de miedo como de respeto. Siempre les digo 'hijos, hacéis un trabajo duro, de riesgo, intentad volver a casa enteros, como Dios manda'. Eso sí, les pido que, cuando se caigan, se acuerden de que les estoy viendo por la tele y que me levanten una mano, para que sepa que están bien. Pero tranquila, lo que se dice tranquila, no estás nunca. Normal no?

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