Diario de León

JOSÉ MANUEL GARCÍA GONZÁLEZ ATLETA. PREMIO PRÍNCIPE DE ASTURIAS

«La genética es vital en el deporte de élite, pero no sirve de nada si no la entrenas»

«Siempre me he considerado un atleta de cross, un deportista que llegó lejos sin renunciar a sus raíces. Por eso decidí quedarme en La Robla». Así iniciaba José Manuel García su exposición en la cuarta entrega de las Jornadas del Deporte de Diario de León que a lo largo de ocho capítulos muestran la esencia de unos deportistas, embajadores de León en los torneos de mayor nivel. Ayer le tocó el turno a todo un ‘Príncipe de Asturias’..

García y José Huerga fueron compañeros en el CAR La Robla. RAMIRO

García y José Huerga fueron compañeros en el CAR La Robla. RAMIRO

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MIGUEL ÁNGEL TRANCA | LEÓN

«Me considero un privilegiado porque además de hacer lo que me gustaba pude llegar lejos en el atletismo, y sin dejar de lado mis raíces». Palabra de José Manuel, un atleta que desde los 10 años cuando empezaba en el club de su localidad, el CAR La Robla, llegó a convertirse en todo un referente del cross y la maratón hasta el punto de poder subir a lo más alto del mundo en europeos y mundiales junto a compañeros de la talla de Fiz y Antón. Ayer fue el protagonista en unas Jornadas en las que pudo abrirse ante un auditorio entusiasta y entregado a su visión vital. Presentado por el Jefe de Deportes de Diario de León, Ángel Fraguas, todo un premio ‘Príncipe de Asturias’ como el roblano desgranó su trayecto como deportista, camino en el que en sus primeros años tuvo mucho que ver el CAR La Robla. «En ese club di mis primeros pasos, los de un niño que tenía una ilusión y que pudo pulirla con el paso de los años». En ese trayecto José Manuel no se olvidó de mencionar a los dos entrenadores que marcaron su vida deportiva, Álvaro Díez hasta la edad cadete y el que durante mucho tiempo fue su compañero inseparable y también padre deportivo, Antonino Baños.

«Por suerte los dos pudieron darme una base que luego ha sido esencial para llegar a la élite y poder estar en ella durante tantos años. En el deporte la base es fundamental porque crea unos hábitos que luego van a resultar determinantes para que puedas aplicarlos en la competición y también, una vez que te hayas retirado, en lo que llamo deporte salud. Esa primera fase te va a marcar todas las demás».

El atleta roblano que guarda entre sus días más felices, además del que recibía el ‘Príncipe de Asturias’ el 10 de marzo de 1996 cuando se hacía con el ansiado título de campeón de España de cross, también se refería a las condiciones para llegar a ser un deportista destacado. «La genética tiene un papel importante porque debes tener unas condiciones para poder hacer determinadas cosas en la vida. En este caso el deporte y en concreto el atletismo. Pero no sirve de nada si no la entrenas. Por eso es preciso y recomendable empezar pronto a crear unos hábitos. Yo lo hice y ha sido esencial para abrirme caminos hacia retos importantes».

El Club de Prensa reunió a un público que escuchó la exposición de José Manuel. RAMIRO

Pero José Manuel también avisa. «Lo recomendable es asimilar el entrenamiento porque en tu camino te vas a encontrar obstáculos y momentos malos que puedes superar si cuentas con una base. Eso sí, ya en el apartado competitivo hay que destacar que a veces un atleta que brilla en las categorías inferiores no llega al final del trayecto. En mi caso sí sucedió porque conseguía resultados muy buenos desde que era muy pequeños. Lo digo porque a veces cuando lograr los éxitos a una edad tan temprana la presión puede provocarte problemas psicológicos. No es nada nuevo que a veces un atleta que gana de forma asidua en estas categorías cuando llega a la sénior que necesita un periodo de adaptación se encuentra con que ya no lo hace. Y eso a veces se convierte en una losa que en algunos casos no se puede levantar».

El atleta tampoco se arrepiente de haberse quedado en su localidad, La Robla, a pesar de los cantos de sirena y ofertas que en su etapa como júnior recibía y también con posterioridad para hacer las maletas rumbo a Madrid y la Residencia Blume becado por la Federación. «Mirando hacia atrás no me arrepiento de haber tomado esa decisión. No sé si marchándome a Madrid los resultados hubieran sido mejores, tal vez no. Allí contaba con mejores instalaciones pero para mí, a nivel anímico, también era esencial poder seguir en el ambiente que por ese momento me rodeaba, con mi familia, amigos y el centro escolar. Decidí quedarme y al final esos sueños deportivos pudieron cumplirse. No es que fueran las mejores condiciones pero para mí las necesarias para crecer como atleta y también a nivel personal», apunta uno de los atletas españoles de fondo más laureados. A la vez que a nivel de anécdota apuntaba que hasta el año 1987 cuando La Robla ya contó con una instalación, «sólo me ponía las zapatillas de clavos en las competiciones. En el resto no podía hacerlo. Pero a pesar de eso al final todo salió bien».

Sus presencias en las competiciones internacionales también contaron con un peso relevante en su exposición, la de un campeón con letras mayúsculas. Una de ellas la recuerda el atleta de La Robla con cariño. «Fue en mi etapa juvenil cuando en el año 1985 lograba el noveno puesto en el Mundial de cross celebrado en Lisboa. Fue un éxito porque por delante de mí quedaron los atletas africanos. Yo era el primero que no lo era y eso supuso un éxito tremendo. También recuerdo que todos ellos corrieron sin zapatillas. Lo hicieron durante unos años hasta que las marcas comerciales presionaron para que no lo hicieran», asevera con una sonrisa. La de un deportista para el que el deporte ha sido una forma de vida, pero que también se preocupó de labrarse un futuro en el momento en el que le llegó la retirada de la alta competición. «Por suerte el poder quedarme en La Robla hizo que en los últimos años pudiera compaginar el atletismo con la faceta laboral en el Ayuntamiento. Eso me sirvió para que cuando llegó el momento de decir adiós al atletismo de alto nivel pudiera tener algo por lo que luchar y también una vida asegurada en cierta medida. Y en la localidad en la que nací y me crié».

Su caso no es el de algunos de los que fueron sus compañeros en este deporte. «Es duro tener que decir adiós al deporte de élite. A veces no lo decides tú. En mi caso pude ir haciéndome a la idea en los últimos años. Sabes que el tiempo en la élite se te acaba y debes tener presente que tienes que cambiar el chip. En mi caso fueron las lesiones las que al final me llevaron a decir adiós», apunta José Manuel que precisamente centra en este apartado un factor determinante que puede marcar las opciones y a veces el destino de os deportistas. «Tienes que ser consciente que en la vida vas a tener momentos malos, y estos a veces te llegan de las lesiones. No es un plato de buen gusto que te llegue una cuando a lo mejor están en un gran momento. Pero hay que asimilarlo de la mejor manera. En cierto modo puede ser una derrota, pero tienes que levantarte porque hay más batallas que afrontar. El deportista de élite tiene que ser también mentalmente duro porque en la vida no siempre consigues lo que persigues. A veces tienes que intentarlo más veces y otras puede ser que su esfuerzo no alcance las metas más altas que te planteas. En mi caso, por ejemplo, tras segundos, terceros y cuartos puestos en el Nacional de cross mi constancia me permitió llegar en 1996 a lo más alto del podio. Fue un éxito que, entre otras cosas, si no hubiera sido por la perseverancia, a lo mejor no hubiera llegado».

Sobre su etapa sénior recuerda que «durante 12 años transité en ese vagón de los atletas de alto nivel. Fue de 1990 cuando fiché por el equipo Reebook al 2002. A esa etapa le tengo un sentimiento muy especial. Éramos unos 20-25 atletas de un gran potencial y con capacidad para ser internacionales. En mi caso el Reebook llamó a mis puertas y pude empezar unos años en los que los resultados llegaron de forma notable. Por suerte existían unas marcas que apoyaban a los clubes, incluso algunas eran el mismo club. Eso ha cambiado hoy en día porque salvo patrocinios personales estas se centran más en las carreras populares porque en cierta medida les reporta una mayor difusión. Eran otros tiempos pero a mi modo de ver creo que también con un apoyo en este apartado para el atleta más consistente. No hay que olvidarse que este no es un deporte que podamos llamas profesional. Es cierto que hay atletas que viven de ello pero no tienen una seguridad diaria ya que todo depende de los resultados. Las becas, los apoyos a nivel de patrocinio, los premios en las carreras. En otros como el fútbol una lesión, que siempre es un contratiempo, no te provoca como en el atletismo que los ingresos se vean afectados de manera notoria. Aquí, si no corres porque estás lesionado o no te encuentras en un momento bueno el panorama que se te presenta va a pasar a situaciones complejas para el protagonista».

García también se refirió a la labor que ejercen las Escuelas Deportivas y los centros escolares. «Son la base para que puedan salir deportistas que un día puedan transitar en la élite. Allí se crean unos hábitos y bases que luego van a ser determinantes. León tiene en ello un buen sustento». Tampoco eludió pronunciarse sobre el crecimiento de las carreras populares. «Las veo como algo positivo. En los años míos como atleta no había tantas. Es bueno como un escenario en el que el atleta popular puede tener presencia. Antes eran menos e incluso podía decir que contaban con un nivel de competitividad elevado. Cada momento tiene sus peculiaridades. Por eso no las veo mal». Eso sí, también elevó una petición. «Que los jóvenes vean el deporte como algo importante para sus vidas. Antes no podíamos estar parados en casa, ahora con los móviles y otros dispositivos tal vez los jóvenes se han acomodado más». Eso sí, José Manuel considera que León cuenta con una base importante y atletas que pueden llegar lejos. «A día de hoy destaco sobretodo a Saúl Ordóñez. Es un número uno. Pero hay más con opciones de llegar lejos», apostilla.

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